[No sé como llegamos aquí, no sé si estamos perdidos o si de verdad nos encontramos... no sé.]

Aunque pareciera que muchas veces nos empeñamos en ocultar aquellos productos de nuestra mente [nuestros pensamientos]. Hemos creado un blog para combatir este cruel empeño. Las palabras deben salir, y cualquiera debe poder leerlas. Es posible, sin embargo, que a nadie le interesen, o que incluso, el orden en el que las ponemos sea considerado incoherente o estúpido. Tomamos, aún así, el riesgo de dejarlas ver la luz, descubriéndolas ante cualquier observador que desee urgar a través de ellas, criticarlas, o elogiarlas...


sábado, 21 de noviembre de 2009

Carmesí

Beso, con fervor, aquellos labios suaves que no son los tuyos, los rozo con mis nerviosos dedos, y siguen ahí enfrente, como queriendo decirme algo. Algo dirán, en algún momento, lo sé, pero no me importa. Me he libertado, grito, a los cuatro vientos (como diría el cursi), y corro en círculos, agitando las manos, como queriendo estallar de alegría. No estallaré. Me recojo sobre el suelo y miro hacia el cielo, como si creyera que algo me va a despertar. No despertaré. No estoy dormitando. Sin embargo, es una paz la que me embriaga en ese momento. Inexplicablemente.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Canción

Olvida
que bailo para otros,
mientras canto para ti
y aunque de locos,
imagino lejos de aquí,
un camino de regreso
en que hubiese querido
nuestro caminar dejar impreso,
pero mi deseo ha sido herido
y en una muda queja,
como cruel tormento
de ti se aleja,
se aparta de momento,
-mientras en calma
mi corazón me enfrenta-
porque olvida mi alma
que en tu pecho se deleita.

Compacto

-sola-
Ante el automatismo,
frente a las verdades absolutas,
inútiles,
y pensamientos radicales
del fundamentalismo,
ilusiones que frente al dogmatismo
pecan por fútiles.
anhelos mutilados, inaccesibles,
por los reflejos irreales,
patrones lineales
del materialismo.
Impotente,
en un teatro de fondo hueco
y del pensar abúlico,
arlequinesco,
trágico,
dramático,
-artificio dominante
de un pasado determinante-
la voluntad inmersa
en sonidos acompasados,
ejércitos modales
amoratados por la ceguera,
asfixia de las mentes,
pánico, alienación o delicada esquizofrenia
que a las almas condena,
ciega
y a sí mismas niega.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Soledad. (Or. de J. F. R. y H. A. T.)

Os añoro como al respirar
y no sobrevivo casi para sentirte
sentirme vivo y condensar
la ilusión sublime, un quince fortuito
[una voz silente]
envejece mis palabras buscando tu pecho
lleno de embriagueces de lirios y azahar!.
Y reclamo tu nombre, oh ávida, oh soledad
reclamo lo que sueñas en tu bordado lecho,
inexistente de lozanía
do el recuerdo de ella,
sublime y benigna
muestra sin recodo las llagas,
el llanto y los quejidos,
necesarios para hallar chopos,
[y roídos valles]
El escarnio a tal compañía
núbil y huraña,
velada y carmesí,
vasta y recamada,
de podredumbre convertida en palabras,
grácil, pero amada,
verde y solitaria
de beber espesos lacres
hechos de sus lágrimas!.
Pero descanso entre mortuorias sábanas,
porque tu cabello me presagia
brillos de lunas, perennes y ávidas,
alisios y cierzos, inciensos y ámbar,
entre somatizaciones sin alcohol
perteneciendo a tu olvido;
donde me siento vivo,
absorto y mío
tuyo y de nadie;
simulando los días,
pastando entre desnudos,
aquietando el viento,
imprimiendo raudos vaivenes
que pronto, pronto me alejan de ella;
sumergiéndome en ceniza
cautivando el silencio,
la sombría maraña de versos
de avivos desaires
secretos de lluvia…
Luna fría y húmeda
de cabello quemado
que ha visto el cielo oscurecerse en vano;
y el hálito de vinagres
de uvas que esperaron un millón de años,
nunca hubo algo más blanco que su sangre,
[sin embargo]
desmayada sobre un cenit
lleno de núbil beldad,
en las noches frías sueño con tu porvenir
tuyo, solemne aliviantado en pos vuestra
[Soledad…]

viernes, 13 de noviembre de 2009

Frío

Será la fría mañana,
o el poco calor en mi pecho,
lo que me hace extrañarte?
porque aunque cerca estemos,
lejos me encuentro,
y siento el frío penetrando en mis huesos,
mi corazón habitando en la niebla,
y mis manos heladas, tratando en vano,
de alcanzar las tuyas...

Entonces, recuerdo aquel trozo de maltrecho papel, que una mañana desprevenida recibiera de tus manos, leo la desordenada escritura, en unas descuidadas lineas que sobre otras, en sentido contrario, se tejen; -papel reciclado-, por su reverso: direcciones, teléfonos, números de cuenta, tachones, nada conmovedor. Pregunto entonces por los motivos, pero ya lo sé, algo simple, una partida, un remedio, un sinsentido.
De repente, me siento observada, me encuentro con la mirada de mi acompañante, turbada, exaltada, escudriñando cada letra, tachón, y marcas del papel; un escalofrío recorre todo mi cuerpo, quizá peor que el que describieran tus palabras.
- pero al igual que ellas termina por desvanecerse-

Veinticinco

Son veinticinco,
los que me acompañan,
pero parecen mil,
hablan como mil,
piden como mil...

No puedo escucharte, [no me dejan].
[Aunque gritaras
pero sé que no lo haces]
Tal vez porque no me hablas,
tal vez porque soy torpe [y no entiendo],
no importa [antes he dicho]
no importa -ni te importa,
porque mientras tu lloras,
yo bebo un vino,
hecho de tus lágrimas,
y me embriago,
y gozo con la impresión
que sus gotas dejan en mis labios...
y olvido tu nombre... y olvido tus señas
[no más las mías]

jueves, 12 de noviembre de 2009

Silencio

Mis sueños cual agua fueran ,
derramandose por entre los dedos de un vagabundo,
tal vez de un Dios
[que pisa mis talones],
se escapan.

Yo igualmente huyo
como un día lo hiciera de mi misma
[recuerdo,
intente salir corriendo
y lo hice,
pero por más intentos,
no pude,
es imposible
escapar de uno mismo]

y no sé ahora...
mis lágrimas
simplemente por mi rostro se escurren
o llenan mis manos,
se diluyen en un mar extenso -arbitrario-
hecho del tiempo.
Aunque admito,
ciertamente,
amo esta soledad
y sobre todo la penumbra que la acompaña.

martes, 10 de noviembre de 2009

Retrospectiva

"Ya se sabe que un Cannabis indica tiene sensaciones exaltadas,
con exageración de tiempo y distancia."
J. C.

Leí aquel volumen una vez, luego lo releí, y me dí cuenta que no importaban las veces que mis ojos pasaran por sus letras. Jamás iba a entenderlo. Me deshice de él, pero de entre sus páginas cayó una pequeña hoja, ya amarillenta por el tiempo. Extraño, pensé, puesto que el volumen parecía nuevo. Las letras se formaban borrosas en la hojita, pero aún lograba identificarse plenamente el mensaje, letra por letra. Catorce líneas de letra cursiva, sin título, y de color verde. La caligrafía no era buena, parecía escrito a toda velocidad, o con excesivo descuido. Lo leí rápidamente, dos o tres veces, y una vez más, sin entender mucho. En un esfuerzo por concentrarme, deduje que seguramente pertenecía a un par de amantes, o, cuando menos, a uno de ellos. Las letras empezaron a dar vueltas en el papel, interesantemente, durante horas, bajando y subiendo, a diferentes velocidades, pasando frente a mis ojos y metiéndose por mis oídos, como diminutos insectos. Rezongaban y retozaban dentro de mi nariz, también, con no pocas molestias. Mi esfuerzo las había hecho girar. Intenté, entonces, concentrarme más, y ahora eran líneas completas las que daban vueltas. Pronto fue la hoja, que dando vueltas se escapó de entre mis manos, como si se la llevara el viento. Estaba encerrado, y sin aire.

Una cefalea intensa me invadió, junto con un sentimiento de extraña pertenencia hacia el papelillo que acababa de perder. Era para mí, comprendí, y entonces empecé a buscar desesperadamente en mi cabeza las palabras que había leído, tratando de armar al menos una de las líneas. No lo conseguí, entonces tomé un volumen que se encontraba justo a mi lado, y empecé a hojearlo.

sábado, 24 de octubre de 2009

Sentidos

Mis ojos. Que no te engañen. No debes, por ningún motivo, creer en lo que veo. No tengo razones para creer que lo que veo es más real que lo que imagino, o para creer que existe una diferencia entre lo uno y lo otro, o que alguno de los dos dejó de existir hace ya mucho tiempo, o que aún alguno existe. No tengo razones, tampoco, para creer que lo que veo es lo mismo que los demás ven.

Heterocrómico. Tipo Iridium. Tengo ojos de diferentes colores, y aunque parecen vivos, sé que no lo están. Son un par de esferas incandescentes y multicolores (como el vómito) que reaccionan ante la cantidad de luz por algún motivo. Se cierran, y abren. Se contraen, dilatan, y también se distraen. Se ocultan bajo una telita traslúcida que me atreveré a llamar párpado. No olvidan, y de ninguna manera registran imágenes que quedan guardadas en mi memoria.

Miro en retrospectiva y vienen miles de imágenes que creo haber visto, pero en realidad son recreaciones –seguramente- incorrectas de ideas que tengo sobre lo que mis demás sentidos perciben. ¿Cómo saber que un cubo es en realidad un cubo? Ese cubo. El mismo cubo que el resto del mundo considera un cubo, y no algún otro cubo, o aún peor, otro objeto que no sea un cubo, por ejemplo, un ojo. ¿Cómo saber que las imágenes que llevo en mi memoria (y que inevitablemente se diluirán como la tinta de esta estilográfica), son imágenes de algo que viví, y no sueños que tuve mientras dormía, o imágenes, yo qué sé, que alguien no borró cuando volví a nacer?

Si me buscas

Por A. V. G.

Si me buscas amor,
en la penumbra
de una tarde serena
cuando el sol ya no alumbra,
me hallarás taciturno,
melancólico y triste,
como un ave sin rumbo,
como un muerto sin tumba,
escribiendo tu nombre
en un libro de arena.

Si me buscas amor,
en las horas nocturnas
de una noche callada,
sin luceros ni luna,
solo mi alma cansada
y también taciturna
hallarás dulce amada
salpicada de bruma.

Si me buscas amor,
y me encuentras muy triste
y en mis ojos cansados
ves ligero rocío…
No me platiques nada!...
Solo peina mi pelo
con tus manos de hada…
deja un beso en mis sienes,
para que huya el hastío
que quizá tenga celos
y por ello esté triste,
o quizá tenga frío
desde que te fuiste!...

Y si sigo callado…
No me platiques nada!...
Que mis penas disipas
con tus labios sellados…
Solo pon a tus ojos
la profunda mirada
mientras peinas mi pelo
con tus manos de hada…

domingo, 18 de octubre de 2009

En tu casa.

A veces arriba de tu puerta y bajo tu dintel,
entrelazados viven
el mirto y el laurel,
y cuando se asoma tu mirada,
tus ojos negros hacen
del soneto y el rondel,
Teresita de labios tersos;
Y tu piel nacarada se esconde
entre los antiguos versos
de un tango de Gardel.

sábado, 17 de octubre de 2009

Encendida

Miro. Toco mi frente y está caliente. Hierve como si soñara con el mismo infierno. Toco la almohada. Está fría, como si de hielo estuviese hecha. Con los ojos entreabiertos, logro ver una sombra, y entonces me cubro completamente con la sábana. Tengo miedo y aquel protector que duerme en la habitación contigua no está. Grito, pero nadie me escucha. Grito de nuevo, y la sombra desaparece, pero de inmediato, como por reflejo, reaparece. Cierro nuevamente mis ojos y me oculto bajo la sábana. Algo la hala fuertemente, y quedo al descubierto. Lucho, inútilmente, por recuperarla, pero de mí es apartada vertiginosamente. Grito con todas mis fuerzas, pero rápidamente la tos ahoga mi grito. Me retuerzo en la cama, en medio del ataque de tos. Tomo la pequeña linterna que suelo guardar en mi nochero (para emergencias, como esta), pero, aunque todas las noches verifico su funcionamiento, algo en este momento la hace fallar. Muevo el switch hacia la derecha, y luego a la izquierda varias veces, y no funciona. Intento gritar, pero la garganta me arde y no puedo hacerlo ya. Cierro los ojos, de nuevo, y comienzo a hablar en voz baja. Estoy rezando. La figura me observa, y lentamente se acerca. Siento su respiración, escucho sus latidos. Abro sólo ligeramente uno de mis ojos y me doy cuenta que está sólo a unos cuantos centímetros de mí. Empiezo a temblar, y luego a retorcerme. Algo de sudor empieza a brotar de arriba de mis labios, y de las palmas de mis manos. Impotente y desesperado, al mismo tiempo cubro mis oídos con mis manos y mis ojos con mis codos, y entonces, escucho esa tierna voz que me dice todos los días: "Levántate, es hora de ir a la escuela".

viernes, 16 de octubre de 2009

Padecimiento

Me digo,
no puedo permitirte,
ser aquella sombra
que me persigue,
que me atormenta,
y aun a pesar de serlo ya,
de haberlo sido siempre,
me lo sigo repitiendo.

y aquí estoy recreando tus palabras
en imagenes, vivas, tristes e indecibles
al tiempo que la dureza de las mías,
esconde la tristeza,
engendrada hace ya tiempo
en mi vaga suerte
por - tu sabes- aquella cruel impotencia.

Pesadumbre

No es de dónde,
ni porqué...
incluso no vale la pena
interrogar por el mecanismo
y tampoco es necesario,
aunque lo es menos
alcanzar una respuesta,
y por ende hacerse tal pregunta.

Sólo por breves instantes,
- y el límite es difuso,-
la realidad es tan inquietante,
cual aquellos oníricos laberintos
en los que solía encontrarte;
mas aquel que sigo
a tra
vés de aquella espiral que muere
en el
violáceo abismo de tu mirar,
tan intrincando e inefable,
tan desolado es,
e inalcanzable,
que imposible es escapar.

ahh...
y en aquellos
que se erigen
en medio de latidos inscritos
de lo que es difícil expresar,
donde habitan - ¿o se esconden?-
los intimos desacuerdos,
mutuos,
sublimes,
sacros ...
fatuos;
mi camino se pierde,
cuando a ellos vuelve
y reencuentra,
cuando simplemente
sin poderlos contener,
el deseo los engendra.

viernes, 9 de octubre de 2009

Farsa

Me he repetido, en demasia, la idea de tu cercania. Me la he repetido tanto que un inacabable hastio me hace desgarrar mis palabras pasadas, como si fueran simples papeles que valen nada o menos. No puedo esforzarme, ni hacer de cuenta que siento algo que jamas ha pasado por mis pensamientos. No puedo, como tu, mirar a alguien a los ojos y mentir. Pero eso es mi problema, y no el tuyo. Quisiera tener motivos, pero no los encuentro. Aunque tampoco deseos de buscar tengo. No me esfuerzo, tampoco, en explicar. Tampoco se por que escribo. Tal vez por la simpleza de una partida, o por el olvido que para ti sere en algun tiempo.

Agravio

... sentimiento disfrazado
Ya no importa,
[es inútil tratar de alcanzar lo que no se siente]
pues la cobardía y el temor son admisibles,
cuando el conocimiento llega en forma de intuición
aunque se pretenda racional.

Nunca he dicho que no quiero,
ni me excusado,
sólo digo que me he cansado
de querer llegar adonde resulta inútil ir,
cansada estoy de imaginarlo,
y bastaba poco para dejar de intentarlo
incluso me he cansado ya de odiarte
porque hasta el mas imbécil se cansa de ser dañado,
aunque no es suficiente con querer alejarse de las pretensiones
de quien tiene que esconder sus rostro,
para escapar de sus estúpidas [aunque válidas] contradicciones.

jueves, 8 de octubre de 2009

Contramano

[... perdiste la honradez y la moral,
que estupidez!
por eso en tu total fracaso de vivir,
ni el tiro del final te va a salir!]
AT y CC

De nuevo quiero huir, esconderme, no dejarme ver. De nuevo no tengo palabras, y no quiero tenerlas. Pido disculpas, aunque sé que no te interesan. Las pido porque pedirlas me causa una sensación de que hice algo para remediar, o cuando menos disculpar cualquiera de mis comportamientos, por cruento o manipulador que sea. Sé que te da lo mismo, y que mis razones poca relevancia tienen cuando los hechos hablan por si mismos, pero las disculpas salen en forma de vomito multicolores de mi boca. Es inevitable.

De nuevo no me interesan tus labios, o tus palabras, ni me interesa que me escuches, o que me mires a los ojos. Tampoco quiero que traces lineas sobre mi, o que dibujes mi rostro. No quiero escucharte, ni ver tus ojos languidos escudrinando en mis pensamientos. No me interesa tu teatro, o tus mentiras, o esa palidez de tu mirada que al final termina por desnudar mi alma. No me interesa si tienes dos o veinte, si vas, si vienes, si cantas, callas, vendes, olvidas. Solo nada quiero saber. Si yo valiera algo, ese algo haria parte del todo que aquel acierta hacer valer nada. Lo que no soy yo, vale menos.

martes, 6 de octubre de 2009

Mefisto

Me figuro que el rostro que observo no es el mío. Sea, tampoco el tuyo, o el de cualquiera que hubiese visto con antelación. Es un rostro blanco, aunque no pálido. Parece un lienzo que nunca se usó. Sus labios son delgados, y sólo ligeramente rosados. Párpados apagados, que parecen nunca abrirse. El ojo, sin embargo, es extraña y completamente negro, desorbitado, e inexpresivo. Me observa, pero no con el suficiente detenimiento. No piensa, sólo me examina de arriba a abajo, como si buscara alguna seña particular. Por momentos, parece encontrarla y se detiene, pero de inmediato sigue moviéndose en círculos, en línea recta, en óvalos, o erráticamente. Ahora no parece tener destino, no busca nada, sólo quiere registrar detalles. Lo hace y finalmente se detiene.

domingo, 4 de octubre de 2009

Resisto

Te propongo,
ah, no sé... tengo miedo,
aceptarías, acaso, esta propuesta?
o valientemente te resistirías?
dime, ahora...
no, dime, necesito saberlo...
no quieres escucharlo,
lo sabes,
-yo lo sé-
te propongo,
pero escúchame,
[mientras bebo de tus labios,
ese néctar carmesí,
que hace añicos mis entrañas]
escúchame, maldita sea...
mientras hablo para ti,
o mientras te escribo léeme,
te propongo...
[y el mutismo me invade]
dime, entonces, aceptas?

sábado, 3 de octubre de 2009

Cárceles de ámbar

Parece que la noche
advierte la inconstancia de tu mirada.
Tus ojos, que como dos negras estrellas,
pasean sobre la noche y la quietud del alba.
Pero a veces, advierto la mirada precisa,
para admirar tus mejillas en la distancia,
porque la noche y la lluvia perdieron
la galanura que envuelven tus pasos.
A veces también, la fuga y el agitato
dejan entreveradas notas sobre tu oído,
mis palabras huyen a veces hacia el abismo,
hasta el crujir vago de tus tímpanos.

Y, quiero, silencios largos,
para admirar la brisa que - como el vinagre -
espera remojar tus labios
para escucharte nombrarme.
A veces las cuencas de tus ojos
- como nidos de azulejos -
sostienen lo que amo en la distancia
sobre la convexidad de tu espejo...
[Tú, descansas entre oro y plata:]
la luna flota sobre el cielo taciturno,
para dejarte estelas de rayos de hojalata.
Y el cielo se oscurece entre carmesíes
para evitar la mirada,
la mirada precisa, el adiós silente,
los quizá, los nunca
para probar la cepa del vino
que en la reminiscencia del acaso,
seduce a tu labio impreciso.

martes, 29 de septiembre de 2009

Límites

No basta con querer querer, tesoro mío...
LdeG.

Trato de aprenderlo de nuevo, pero me cuesta trabajo. Aquellas impalpables e inusitadas palabras que extasían sutilmente aquello que aún no se mueve dentro de mí, no caben de nuevo en mi ya saturada memoria. Sigo tratando, durante horas, de introducir las palabras del loco en mi cabeza, pero las unas se niegan a entrar y la otra cierra sus puertas. Abandono entonces la labor memoristica, para dedicarme a algo mas, digamos, procedimental.

Diríase que uno de los mayores inconvenientes a los que podría enfrentarme al mirarte a los ojos radica en las nulas posiblidades que tengo de huir a tu escudriñadora mirada, o en la inversamente infinita capacidad que tengo para resistirme a contarte quién soy, o qué fue lo que hice ayer, o lo que haré mañana. Por eso sólo desde lejos te observo, quedamente, sin mirar realmente tus ojos, como con la mirada perdida, y balbuceando inconexas palabrejas. Como sea, siempre termino levantando los ojos al horizonte, como buscándote en la cima de aquella montaña en la que dices permanecer, pero en la que, por más que he buscado, no he visto ni un rastro de vida.

Y el viento sigue tomando libremente aquello que no es mío, y sacudiéndolo diestramente como si no pesara nada. Sigo sentado entre tus piernas, entre tus pechos o entre tus brazos. Tus palabras, entonces, toman la fuerza de aquella otra ocasion [taciturna] en la que huimos, y rompen las olas que se forman a medida que aquel barco ebrio se hace a un camino entre la bruma. Luego... me doy a la deliberacion...

sábado, 26 de septiembre de 2009

Parque del tiempo

Jugar con el tiempo hace graciosos aquellos instantes que suceden mientras lo hacemos. Pasó durante el verano del año pasado que estaba acostado y me quedé tres días enteros viendo aquel reloj viejo de la plaza. No recordé que debía comer, o que debía dormir, sólo lo observaba, fijamente, como si quisiera decirle algo, o como si fuera él quien tuviese que decirme algo.

Esperé, y me dí cuenta que por cada treinta segundos, la manecilla del segundero se devolvía exactamente un segundo y medio. Cada minuto duraba 63 segundos en aquel lugar. En un día, el reloj había consumido una hora y doce minutos más que cualquier reloj normal. Mañana tras mañana, las personas del lugar ajustaban sus relojes con este gran y viejo artefacto.

Durante los tres días que estuve allí, el reloj se movió el tiempo correspondiente a tres días y tres horas treinta y seis minutos. Cada veinte días, entonces empecé a contar un día de más, y en un año alcancé a contar diez y ocho días y seis horas más que en cualquier año normal. Un año y medio de mi vida estaba perdido entre la imprecisa maquinaria del reloj y las torpes manos de aquel que lo construyó. En no diferentes condiciones estaban las vidas de los que por allí caminaban.

Me levanté a los tres días, con hambre y sueño, pero aún maravillado de tener una vida en el pasado, y de poder viajar en el tiempo, hacia la ciudad más cercana, para luego volver, a este rincón, en el que ni siquiera el tiempo o aquellos que pretenden controlarlo han podido llegar...

viernes, 11 de septiembre de 2009

Sentado...


Mientras tomaba algún café, o cerveza, no recuerdo ya... pensé en lo que nos gusta llamar realidad y en aquello que la hace real. No hay razones, concluí, para creer que es más real una cosa que cualquier otra. Estaba a mas de ocho mil kilómetros de distancia de casa, en una realidad prestada que sucede todos los días, pero que nadie de los que conozco puede ver...

Ahora mismo debe haber alguien sentado en donde yo lo estaba, tomando algún café, o cerveza. Siempre lo hay.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Ausencia

Me he prometido no ser más terca,
me he prometido
tomar distancia
un millar de veces
no volver a encontrarte,
me he prometido no decirte quien eres...

ahora, prefiero no soñar.
aunque parece imposible,
pues la vida es como sueño,
y no soy como tú,
aunque sí,
cual muro de papel
en el que miles de palabras se incrustan
me encuentro.
inmóvil,
inerte,
dividida
frente a un caminar imposible.
invocando al olvido,
pero
parece que tarda,
mucho más que tú
y no resisto esperarlos.

Aun así,
al sentimiento ya inmóvil,
inconsciente,
moribundo,
me aferro con fuerza,
pero no es suficiente,
para recuperar su vida,
o al fín recobrar la mía.

sábado, 29 de agosto de 2009

La de

Se me ha pedido que no mire, y en esto he hecho obedecido. También se me ha pedido que no escuche, y he tapado mis oídos. Me han dicho, incluso, que no vea, y he vendado mis ojos. He obedecido en todo, y no pienso hacerlo más. No he de renunciar a pensar o hacer lo más inconveniente o lo más dañino, lo más perjudicial o lo más fútil. Este es el momento, y así lo he de decir, y lo he de escribir.

[Aunque a veces miro mis manos, y mi rostro, y no me reconozco, siempre que está tu cuerpo desnudo conmigo, me he de reconocer como aquel falso poeta cuyos versos sólo causan pesar. Es lamentable]

Escribo, porque es a veces el remedio más fácil para la soledad, o porque simplemente quiero llenar un cuaderno de palabras y palabras sin el más ingenuo de los sentidos. Aunque acepto: al final los motivos carecen de relevancia, en tanto las palabras se hagan dentro de uno y salgan [...]

viernes, 28 de agosto de 2009

En el centro

El frío de la noche se hace intenso, a medida que siento como tu aliento se aleja del mío, o tal vez es sólo tu recuerdo el que se aleja. No me doy cuenta mientras todo sucede, pero cuando volteo, tu imagen se ha esfumado completamente. Comienzo a temblar, mientras miles de pensamientos se agitan en mi cabeza. Trato de recuperar la difusa imagen que de ti ahora tengo, pero huye demasiado rápido, y no logro retenerla. Lástima, pienso, y luego empiezo a caminar, como si hacerlo fuera a tranquilizarme de alguna manera. Sé que no lo hará, pienso de nuevo, y me desespera el saberlo.

Sigo en el centro de la cama, soñando que apareces por la ventana, como en aquella caricatura, y que me susurras un par de palabras al oído. Nuevas preguntas me asaltan ahora y de nuevo despierto, entonces siento cómo tu aliento se aleja del mío.

sábado, 22 de agosto de 2009

Infierno grande

Hoy estoy en una ciudad cuyo verano sigue siendo más frío que el más frío de mis pensamientos. Tratando de recordar aquello que mi memoria inevitablemente olvidó. Tratando de recordar aquel relato que solía agitar mi aliento y mi piel, o que solía gritar mientras caminaba por cualquier callejuela. Tratando de olvidar que mi memoria convierte todo lo que algún día hice en sólo brisas cuya fuerza no logra recrear ni una sóla imagen. Pienso en aquella obra surreal en la que se que he, parcialmente, convertido mi vida, y me doy cuenta que he estado perdiendo mis energías en algo que no he debido, y que he dejado que lo mas insulso, o lo mas sutil convierta mis pensamientos en algo demasiado intrincado, que no fluye con facilidad.

Tal vez he logrado comprometer mas de mi mente de lo que me he dado cuenta en un simple pensamiento, o tal vez solo estoy divagando en este momento, y no vale la pena que me esfuerce en buscar una explicacion a algunos hechos recientes.

jueves, 13 de agosto de 2009

Fin

Veinte, veinticuatro, o incluso más veces he pensado en qué será del fin si no estoy en él, en qué será de mí si no estoy al final. Entonces corro velozmente a través de un espacio inmensurable, a través de un lugar cuya extensión parece tanto infinita como indivisible. Y encuentro que han pasado algunos años desde que logré ver mis pies limpios, o desde que logré ver mi rostro brillar, o incluso, desde que tomé un libro y realmente me conmoví. Muchos años viviendo en un sueño en el que sólo existo yo, y en el que no me importa qué más exista...

Sólo lineas

Sigo leyendo -en silencio- tu alma entre las lineas de un libro, y veo mis manos, en las que dejaste impregnado sin saber porqué, sin saber como lo hacías, pero sin olvidar que lo hacías, un corazón mutilado por la desesperanza y la cobardía.

Y se debate mi alma, entre una cosa y otra, una vez, cada vez, todas las veces.
y continúa mi danza solitaria, en apretadas espirales, en círculos que menguan, aturdidos se contraen.

Sigo en mi danza precaria, intoxicada por imágenes difusas, etéreas, confusas y otras diáfanas, que apuñalan y se clavan y se incrustan... en lo profundo se arraigan.


Así buscando al ser que huye de mi ser, a ser quien no soy yo, a poseer lo que no me pertenece, a deleitarse en aquellos paraísos que se incrustan en la absurda realidad, en la ensoñación... me pregunto, porque somos tan móviles, tan sórdidos e intrincados, tan lúcidos y sin embargo, tan estúpidos.

Sigo buscando la lógica de un ir y venir.
Pero aún no despierto.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Leo... inevitablemente

[no sabes, acaso, que tiendo a leer entre líneas?]

Leo aquesto, o lo otro,
leo lo que sea, o lo que encuentro,
lo que no puedo ver,
e incluso lo que ni alcanzo a sentir,

leo... o pienso, acaso, que esto es una maldición,

y pierdo los estribos,
aunque no me esfuerzo,
[y lo sabes]

vienes a mi mente,
y ya lo pueblas todo,
y el aire huele a ti,
el agua sabe a tus labios,
el viento llena mis pulmones,
[como lo hiciera tu aliento]

entonces pienso en mí,
y en las estupideces que he cometido,
y pienso -veo, leo- lo que tengo,
y lo que no,
y empiezo a escribir,
te escribo, maldita sea, y lo sabes,
porque más remedio no tengo,
porque ya qué más dá,
porque jugué -y perdí-
[a los dados, a las cartas]

Veo cómo me haces creer que te tengo,
- o cómo alguna vez lo hiciste-
y veo cómo te creo,
-sin remedio, te creo-
aunque te esfuerzas en decirme que no lo haga,
o que no debo,

y... pierdo los estribos,
sin esfuerzo, de nuevo,
[lo sabes]

hago aquello que no has podido,
o que otros no han logrado,
[esfuerzos inútiles]
y sé que tengo -he tenido-
cada centímetro de tu cuerpo,
pero no te tengo,
y jamás lo haré,
lo sabes,

al final, creo,
simplemente lleno un vacío,
y terminas ahí, maldita sea,
-maldita seas-
de pie, frente a mí,
o frente a la imagen que de mí tienes,
diciéndome que no logro conocerte,
... mientes!!!...
[inevitablemente]

lunes, 10 de agosto de 2009

Desencuentro

Aquellas notas sutiles,
sonando en mi cabeza,
diciéndome que todo es mentira,
que nada vale la pena,
o aludiendo a tal o cual problema,
aquellas notas que alguna vez
traspasaron aquel vacío,
y me hicieron llorar,
y me hicieron escribirte
durante horas,
mientras tu, también,
llorabas desconsoladamente,
y del otro lado,
balbuceabas un par de palabras,

Aquellas notas,
que hiciste sonar para mí,
y que me hicieron sonar,
con las que desafiaste
mis palabras,
mis mentiras,
mis disculpas,

Aquellas notas,
que ahora recuerdo
con vehemencia,
y que anoro,
aquellas notas,
que ya olvidaste,
que pretendo olvidar,
pero que aún recuerdo...

y quiero equivocarme y preguntarte,
entonces, dime,
las recuerdas tu?

sábado, 8 de agosto de 2009

Respuestas

Cierto es que todos conocemos las respuestas a cualquier pregunta que nos deseemos formular. Si dichas respuestas son correctas, no lo sé. Viendo el cinismo de las frases del tal Warhol pensé en la forma descarada en la que eres capaz de compartir lecho con un amante al que ya no guardas la más mínima muestra de respeto, o al menos no todo el tiempo. Sea, yo no soy quién para juzgarte, puesto que hago lo mismo, o lo he hecho, o ya no sé, pero sí me atrevo a decir que a tales niveles sólo se llega cuando estamos cerca del borde del camino delineado por la desesperación.

Timbra aquel artefacto cuyo fin es que cualquiera pueda encontrarme, y me dices que me extranas, y algunas cosas más. Ya no recuerdo. Ya no sé. Vuelves a hablarme, mientras camino por la séptima, y luego otra vez mientras doblo como para tomar la quince. Ya voy a buscarte, digo. Escucho tu voz, y sé que eres tú, pero tus palabras no llegan a mi entendimiento. Hoy hablamos dos idiomas distintos. Sin embargo, me doy cuenta que olvidé traer ropa adecuada, así que el frío penetra mis débiles ropas y me hace temblar. Tal vez también lo hacen tus palabras. Ya no importa. Ya no sé.

martes, 4 de agosto de 2009

Pérdida

Toco rápidamente mis bolsillos, como sospechando que algo me falta, y en efecto, me doy cuenta que el bolsillo en el que suelo guardar el dinero se encuentra ahora vacío. Veo un hombre corriendo en dirección opuesta a mí, y deduzco que ha sido el causante. Empiezo a correr detrás suyo. Corre demasiado rápido para mí, y no logro alcanzarlo con facilidad. Atraviesa el tránsito con maestría, esquivando ya uno, ya dos, ya tres vehículos. Yo, torpemente trato de seguirlo, pero se pierde entre una infame multitud. Maldita sea, musito suavemente, tragándome la ira que me consume como si fuese un punado de clavos. Trato de llamar la atención de las personas alrededor, y lo consigo. Alguien lo alcanza, y en segundos ya está rodeado de gente y cubierto de sangre. Lo hacen pedazos.

Tres días después, hago uso del mismo pantalón, reviso mis bolsillos y encuentro un huequecillo en el fondo...

Frio

Ante aquella fria noche, decido tomar aquel artefacto de la mesita de noche, y ponerme a escribir, tal vez demasiado tarde para que alguien logre leerlo. Ya amanecerá, pienso. El lado derecho del mueble en el que me encuentro parece demasiado vacio, y no me atrevo a moverme para alterar su quietud y su soledad. Pienso en la pertinencia y en otras cuantas cosas más, recuerdo un par de llamadas, y luego tengo ganas de escapar, pero me contengo y me echo a dormir, como siempre.

domingo, 2 de agosto de 2009

Teatro

[de aquello que están hechos los sueños]

Se abre aquella cortina bajo la cual los suenos tuyos y de tus companeros se han apelmazado, y ya veo los suenos del uno, ya veo los del otro. En un primer vistazo, veo palabras, juegos, anhos, personas, lugares. Todo demasiado borroso para lograr identificar al menos algún patrón. Trato de concentrarme, y empiezo a acercarme al punto central, a esa especie de luz amarilla y blanca cuyo brillo casi me deja ciego. Te veo, entonces, sentada, con un vendaje blanco cubriéndote desde los pies hasta el cuello, con aquella mirada que con palabras no puedo describir, cantando alguna canción, o recitando algún verso, tal vez descuidada, tal vez concentrada en todo, o tal vez simplemente ahí, sintiendo los instantes que se te fugan.

Me concentro entonces en los suenos que veo salir de tu imagen, y veo mi rostro. Veo la imagen que tienes de mí, aunque prefiero abstenerme ahora de una descripción. Tomas mi mano, me hundes en un mar muy profundo, y me besas con desesperación, quitando rápidamente todo aquello que nos impide ser uno sólo. Te mueves rápido y no logro siquiera ver tu silueta. Buscas entonces dentro de mí, un lugar para quedarte, teniendo éxito en tal fin. Te digo que te detengas, pero dices que no importa ya, y hablas algo sobre el tiempo que no logro recordar. Entonces despierto y te veo seguir actuando, tras aquella cortina escondida, tras aquella imagen, aquella sombra, y veo cómo desde lejos observas mis quedos pasos, tal vez queriendo acompañarme...

sábado, 1 de agosto de 2009

Algunos días

El reloj sigue sus pasos, lentos pasos que parecen interminables. ¿Hasta cuándo dejará el tiempo de pasar?, me pregunto, y grito la respuesta. Infortunadamente incorrecta, pienso. Yerro por el cuarto en el que me encuentro como buscando algún indicio con que refutarla, pero en vano lo hago, porque el cuarto es demasiado pequeno, o la pregunta demasiado pretenciosa. Sigo pensando en otras preguntas tal vez más relevantes dada mi condición, pero no logro concentrarme lo suficiente. El sonido del reloj me vuelve loco, y lo único que puedo pensar es en él.

Veo aquella figura de un hombre, en la esquina derecha del habitáculo, justo debajo de la ventana, y me acerco a ella. Responde agresivamente en un principio, pero pasados unos segundos se calma, y empieza a hablar. Su voz parece música, aunque si soy más preciso, es música. Da vueltas sobre el tema del reloj, pero luego, súbitamente, sube el tono de su voz y ya canta sobre mí, ya canta sobre él, sobre su vida, sobre la mía, y sobre aquello que nos une (que aún no puedo identificar). Me dice que lo tome de la mano. Lo hago y lo que sucedió de inmediato no lo puedo ahora recordar.

Despierto y el reloj estaba en la misma hora que la última vez que lo ví, pero, ¿cómo saber cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que lo ví?. Varios días, presumí. Miré alrededor y grité por la maldita soledad en la que me encontraba. Ni mi propia sombra quiso acompanarme al purgatorio.

viernes, 31 de julio de 2009

Sigo

En ocasiones, te sigo, porque has sabido llevarme hasta el fondo de un sólo pensamiento, o porque simplemente no puedo hacer más que seguirte, o hablar contigo, porque no soy capaz de mirar siquiera un par de metros más lejos del punto en el que estoy, porque he dejado que mi vida se convierta en aquello que tu dices, o que tu sientes, o que me dices que debo sentir, o que crees que debo sentir y no me dices. He dejado de pensar para que creas que no he cambiado, aunque he fracasado en eso, y el miedo no me deja decírtelo.

Y me siento a dos metros de tu imagen, de tu sombra [que siempre vigila] y te observo, quedamente, mientras olvidas que existo, mientras mis palabras te aburren, mientras dejo que mis sueños se vayan diluyendo como la tinta de esa pluma que no escribe ya más, como aquel color con el que no quise pintarte, como aquel puñal que clavé en tu espalda, y que tu mismo -sin saberlo- me diste...

jueves, 30 de julio de 2009

Supuesto

Tal vez ni siquiera puedo pensar en tres palabras seguidas, en una frase simple que logre atraer tu atención lo suficiente como para lograr que te fijes en mí, no logro aclarar una sóla idea a partir de la que pueda tener algún indicio, una tenue luz, una estela a seguir, y entonces recuerdo aquel episodio nocturno...

[Aparece aquel hombre delgado]
yo me aparto, como si fuera algún animal,
algo de que avergonzarse,
o algún ignorante o ignorado personaje,
busco con la mirada,
alguna palabra, otra mirada,
un gesto,
pero nada...
entonces decido voltear el rostro,
ante tan inverosímil muestra de [...]....

miércoles, 29 de julio de 2009

Ingenuo

Sentado en aquel salón, miré hacia mi derecha como esperando que el banquito justo al lado mío ya no estuviera vacío. Inevitablemente, lo estaba, como lo había estado la semana pasada, y también durante el último año. Aunque si soy honesto, sentí que esta vez algo había cambiado. Levanté la mirada y ahí estaba aquella mujer de vestido rojo, observándome fijamente, buscando que yo fijara mi mirada en sus ojos, sus intimidantes ojos. Elegantemente me levanté y me dirigí hacia ella como impulsado por un deseo a la vez incontenible e inexplicable. Su mirada, fija en mí, me obligaba, por momentos, a cambiar la dirección de mis ojos para tranquilizarme.

Cuando la alcancé, ella siguió mirando fijamente hacia el lugar del que yo venía, pero yo ya no estaba ahí, estaba otro en mi lugar, que se aproximaba en la dirección de la mujer. Que ingenuo he sido, pensé.

martes, 28 de julio de 2009

Serpiente

Aquella ramita de no sé qué tuvo en mí un efecto, a decir verdad, un poco extraño. Cuando quise darme cuenta dónde estaba, supe que no era el lugar lo que importaba, y supe también que aquella mirada que solía quemarme estaba ahora encima mío, asediando mis pasos, siguiendo mi soledad, aumentando mi cansancio y mi carga, balbuceando palabras que no me esforzaré por comprender o dilucidar ahora.

[Miré, entonces, hacia abajo, y ahí estaba, suavemente colocada en la mesita. Con un cuerpo delgado, y entretejido, como las mentiras en las que solía creer]

Tomé aquella serpiente con mis manos, y la miré fijamente a los ojos, luego empecé a jugar un poco con ella (como es debido), moviéndola de un lado hacia otro, como con descuido, pero con la suficiente concentración como para que el movimiento fuera al menos un poco organizado, periódico, y ligeramente observable. El animal, de corta longitud, tenía un aspecto brillante, con quiebres a ambos lados que permitían su movimiento pero no su total torsión, algúna herida menor en las tres cuartas partes de su cuerpo, y un movimiento que mis manos difícilmente podían controlar.

Seguí moviendo mis manos alrededor de su cuerpo, y me di cuenta que en medio de aquel redondel que se formaba con los giros de la misteriosa piel, estaban tus ojos, observándome jugar. Te miré, entonces, en medio de algún abrumador pensamiento, y supe que tus ojos buscaban el interior de mi alma; tomé entonces lo último de mis energías y lancé una mirada al vacío y un corto suspiro, con el que se terminara de esfumar mi vida...

Noche

Hoy he olvidado, ante una vela, que mi rostro no es aquel cuyos ojos se enrojecen por el hedor del humo. He olvidado que no fui yo quien usurpó el lugar de otro durante aquellos momentos en los que el placer te sobrecogía. He olvidado, también, que solía correr detras de todas, como alguna vez, en cierto período de bisoñés, leí. Ciertamente he olvidado que las voces que solía escuchar se han esfumado por el ruido de los autos, y de las motocicletas, y que el silencio bajo el que solía dormir ya no existe bajo esta atmósfera.

[y aún sigo en ese ensueño que es el coma, en esa virtud que es la inconciencia, el borde de la alucinación... y sigo con hambre, y sigo con sueño, y sigo con esta desdicha que me hace escribir, solitario, a estas horas...]

domingo, 26 de julio de 2009

Laberintos

Después de una deliciosa charla en aquel cómodo departamento, me levanté de la mesa justo después de tomar un par de copas de vino y me dirigí hacia la pequeña biblioteca de la derecha. El estante en sí no guardaba nada en especial, salvo que en mi visita anterior no ocupaba el mismo lugar. La infinitesimalmente pequeña parte de la biblioteca de Babel ante la que me hallaba me hizo pensar unos instantes acerca del propietario de los libros. No supe determinar un gusto particular, pues tanto los idiomas, como los títulos y los mismos temas eran tan diversos como en ese momento mis pensamientos.

Tomé aquel libro amarillo, de hojas ya amarillentas, probablemente por el tiempo que ha pasado desde su impresión. Lo abrí en cualquier página, y allí encontré una nota. Empecé a leerla, pero pasadas tres palabras, pensé que sería un atrevimiento de mi parte, y la dejé donde estaba. Reduje el volumen a unas cuantas páginas (tal vez las veinte primeras) y llegué al lugar que el destino esperaba que mis dedos ocuparan.

El primer laberinto, el de la derecha, me dejó un poco aturdido, sin palabras. La perfección de sus caminos, de las letras con las que habían sido sus muros construidos, su longitud, su arquitectura, la imagen que de él se derivaba me dejó mudo por unos segundos. Lo leí, y releí al menos cuatro veces, cada vez sin nada que envidiarle a la anterior.

El segundo laberinto, con dos letras más en su nombre tenía el nombre Zeus impreso en uno de sus primeros intersticios. Mis ojos se negaron a observarlo, poniéndome a punto de perder la atención, y detenerme después de sólo algunos pasos. Quise detenerme, pero no pude, pues el encanto de lo siguiente que pude ver me retuvo inevitablemente. De nuevo, en silencio, recorrí con la mirada todo el lugar, la perfecta arquitectura en toda su extensión, las paredes aún más perfectas que las del laberinto de la derecha, el número de letras, de palabras usadas para su construcción, obreros incansables dirigidos por una sóla persona, por una sóla alma. Aquella alma incansable y sin temor, como la del tigre, estática, a punto de devorar a cualquiera, pero sin la necesidad de devorar a la criatura más pequeña...

Y seguí ahí parado, pensando en aquel escritor, en sus versos, en lo que sería de la noche después de leerlos, en mí, en aquellos ojos que veo impresos en cualquier papel, desdibujados por el tiempo...

viernes, 24 de julio de 2009

Tan solo...

Si tan solo te hubiera encontrado,
no importa donde,
bajo un árbol,
bajo alguna piedra,
al lado de algún camino,
al borde de un precipicio,
pero hace unos años,
-sólo pido un poco de tiempo-
pero tengo la desgracia
de encontrarte ahora,
ayer, hoy, hace unas horas,
lejos,
y someterme a que no puedas verme,
a que no puedas ser mía,
y someterme a tus caprichos,
o a los de otro...

Renuncia

A veces olvido que soy yo quien te mira, escondido, tras una gruesa cortina bajo la cual no recuerdo ya cuál rostro es el mío. A veces olvido que muero por dentro, mientras tu cuerpo llagado por los besos de otro, se derrite ante mí. A veces olvido, que soy yo quien tiene miedo, y no tu, y olvido que soy yo el cobarde. Pero no puedo evitar manipular las palabras. Cambiar su orden, su significado, y hasta su sentido es para mí algo imposible de evitar. No logro ser directo, y decirte...

Por eso, insistentemente, he renunciado a tus besos, a tus caricias, y a tus miradas. Me he revelado contra mi naturaleza y te he empujado hacia los brazos de otros, hacia otros confines, hacia un pensamiento que no soy yo. Te he dicho, además, que no valgo mucho, y que no soy quien parezco, y cuantas cosas más se me han ocurrido. Pero eso ya no importa, porque ahora quisiera decirte...

[y sigo pensando en qué decir, mientras observo tu delgadez, y esa forma de mirarme, y de no poder hacerlo...]

jueves, 23 de julio de 2009

Veo mi mano avanzando en la oscuridad, en el silencio, guiando a través de la interminable penumbra mi lánguido cuerpo. A lo lejos, pero no puedo percibir la distancia, empieza a colarse una luz débil, como un día la describiera Gabriel, resbalándose por una pequeña hendidura.
Cerca, una sombra se aproxima lentamente, tal vez seas tú y este sea un lugar familiar, pero la rapidez con que ahora avanza me convence de lo contrario, el espacio completo se me revela vacío, como mi alma, por el temor estática, como mi cuerpo por el pánico inmóvil y mis pies que no responden.
Entonces, la luz me deja percibir aquel rostro perfecto y aún creo que alcanzo a sonreír... pero es sólo un lamento, no estás, es sólo mi mente buscando la manera de encontrarte.

miércoles, 22 de julio de 2009

Y más cosas

Si tu voz no se interpusiera
sabrías que te escucho,
que leo tu alma,
como otrora aquel libro viejo,
que escucho tus pensamientos,
pero te hago creer que no,
para que mientas,
y sabes que lo hago,
y así me mientes...

pobre de tí,
creyendo que aún soy el mismo
loco, o ingenuo, o estúpido,
creyendo que no escucho a tu alma sollozar,
quinientas cosas diferentes,
como siempre...

y aún podría decir más cosas,
pero tengo una conclusión a priori,
que saldrá por sí misma a la luz,
modulada por tus labios,
en forma de vocales, y consonantes,
aulladas por tu voz,
como todo siempre sale...

martes, 21 de julio de 2009

En la tarde

De nuevo el viento soplando en mi ventana,
hablando de días que nunca se repiten,
soplando las horas que nunca pasaron,
diciéndome que no estoy muerto,
pero lo estoy, lo sé,
así todo sugiera lo contrario,
estoy muerto por aquel cansancio
que describiera algún portugués,
estoy muerto porque así lo quiero,
y porque así lo quieren otros,
y muerto,
mil veces muerto,
por esta ira incontenible que me ciega,
y que me hace escribir que lo estoy,
porque deseo huir de este estado,
y no quiero intentarlo,
y me repito, quiero estar muerto!

Pero sigo ahí,
caminando entre la bruma,
buscando a tientas un camino que no existe,
con mil lanzas clavadas en la espalda,
con mil ojos observándome,
tras la sombra de mefisto,
la pluma de Dante,
o los ojos de Goethe,
sigo buscando una pregunta,
una sóla,
que tenga respuesta...

lunes, 20 de julio de 2009

Sueño

Salté de la cama. Creí escucharte, pero eran los mismos ruidos de viernes en la noche. Siempre lo mismo. Lentamente el sueño se fué, como se va la vida de un enfermo. Empecé con esa retrospectiva que suele ocupar los minutos antes de dormir, y en la que todo el día transcurre rápidamente en un par de pensamientos, a través sólo de las ideas y de las personas más importantes o más relevantes. Quise hacerlo al estilo Borges, pero mis capacidades memorísticas no son tan providenciales, así que después de unos segundos, desistí. Luego subí al balcón.

... Prendí un cigarrillo, sin detenerme a observar o recordar dónde lo había obtenido. Me senté en las frías baldosas blancas con negro que cubrían nuestro balcón y recordé cuando aún no te habías lanzado por él, ví tus ojos, abrasivos, clavados en mis manos pidiéndome que no te soltara, que no te dejara ir; vi mis manos, abiertas, y ensangrentadas, tratando de retenerte desesperadamente; vi mis ojos, llenos de lágrimas, y tu cuerpo, tirado diez o nueve pisos abajo, doblado, con miles de huesos partidos...

Vi, tal vez en sueños, un rostro, tal vez el tuyo, el de un ángel, el de un demonio, el mío, señalándome y culpándome. Fuí luego al espejo, y ví mi criminal rostro, riéndose orgullosamente, encima de un cuerpo cubierto con los mejores ropajes, y las mejores joyas...

domingo, 19 de julio de 2009

Discusión

El viernes discutía con alguna mujer, de esas con que sueles encontrarte varias veces durante un mismo día, y que no sabes si saludar varias veces, o ninguna. Nunca pude saber lo que sentía, aún cuando me esforcé por escudriñarlo, o por deducirlo. Tal vez no le importaba demasiado el que yo lo supiese, en tanto que no se esforzaba para explicarlo con claridad. Le dije que siempre estamos inconformes, buscando algo más de lo que tenemos, y que bajo esa perspectiva, lo mejor es esperar a que todo suceda, a que todo fluya por el camino que menor energía demande, como pasa en los ríos. Ella se quedó en silencio, me besó suavemente en las manos, y luego me dijo:

"Ahora he cantado los mil himnos, y he visto seres informes, halándose unos a los otros como tratando de huir de mis pensamientos. He visto tus ojos, quemándome, y tus manos estrujándome durante las noches. Dime, podría desear yo más que eso?"

Yo la miré unos instantes, pagué el café que estaba bebiendo, y salí corriendo, entregándome a la fatalidad de un amor que jamás esperaría tener...

viernes, 17 de julio de 2009

Sin rumbo...

El semáforo dejó de parpadear pocos instantes después que apareció aquella joven. Yo, descuidado -como siempre- quise volver la mirada y delinear su contorno con mis ojos, ver la marca que se le iba formando en el vestido mientras caminaba, sus senos flotando en un sostén casi imperceptible, o sus bragas a punto de reventar. La minuciosa observación a la que se vió sometida debió incomodarla, pues lanzó hacia atrás (hacia mí), una de esas miradas que se vuelven curvilíneas en el infinito, pero que parecieran no ir hacia ningún lado. Deduje que buscaba a su observador, así que desvié la mirada, como disimulando algún mal pensamiento, y empecé a caminar hacia el otro lado de la calle, luego escuche aquel fatal chirrido... beeeee... y el estruendo de mis huesos quebrándose a medida que el metal de aquel bus suavemente se doblaba.

jueves, 16 de julio de 2009

Ep. III

Vamos afuera de mí,
donde el viento envilece las aguas,
[de siete mares
vestidos de nácar y coral]
que te visten como sirena
dueña de los arrecifes
donde los buques anhelan naufragar.

Como la gota de rocío
que desea crispar tu seno
salir en busca de la esquiva soledad,
perenne como el insomnio de los cerezos...
y una luna que por entre las cortinas
deja una moneda de plata
para jugarse al azar,
[al éter o al fuego]
sobre la antigua hoguera de tus ojos negros.

Contemplar su mirada,
como al vino entre lacres bermejos,
al pequeño espacio mudo
que une tus pálidos senos,
donde se posa Dios desnudo
como un vetusto cuervo.

Todo lleno del aroma del vinagre
de las uvas que cubren tu núbil cuerpo,
tu cuerpo aromado de laurel
entrelaza el ámbar y el almizcle [...]
Llevo dos rosas de espuma en la boca
mientras anhelo el ahogo
sobre tus hombros de mujer.

Protesta

El tiempo se detuvo conmigo en mi cama,
y avanzo desnudo en mis sueños.
afuera la habitación vigilaba,
allá,
golpes de puerta,
pordioses,
quejas -pero no era Ruben-

adentro una lágrima,
entonces voy,
escucho el Romance que un día tocaron tus manos,
y tan sólo,
me piden una comida decente.

Segundo día.
Esta noche son Porfirio, León y Valdés;
quienes me invitan y me llevan al retiro de pavura,
escapo junto a ellos,
a los vientos ineluctables,
a los días fugitivos,
y a los definitivamente muertos,
en busca del cuervo y de los adióses a Fili.
En busca de tu rostro.
pero nuevamente,
apremia el hambre,
el reclamo no da espera
-el compromiso no da espera-.

Entrada 1

a veces,
sólo a veces,
quisiera estallar como cuando el mundo se hizo,
estallar dentro de tí,
nacer, sentir mil orgasmos en uno,
morir de nuevo,
y quedarme tres días contigo,

a veces,
sólo a veces,
quisiera no desearte nunca más,
odiarte -tal vez-
o cambiar mi nombre y mis señas,
olvidarme de ti, y de tus flores,
malditas flores,

a veces,
sólo a veces,
quisiera abondonarme en tus brazos,
y ahí quedarme por horas,
sintiendo la suavidad de tus labios,
de tu vientre,
de tu sexo...

luego te veo,
aferrada a eso que crees que soy yo,
aferrada a otro cuerpo,
todas las noches en la misma cama,
bajo las mismas sábanas,
todas las noches creyendo que me deseas,
deseando -tal vez-
pero haciendo daño,
aquí, allá, no importa,
hiriendo con una daga,
con una estaca...

y a veces quiero que vengas,
y silenciosamente me abraces,
por la espalda,
como alguna vez lo hiciste,
y hagas que mi pecho se agite de nuevo,
o que deje de intentar olvidarte,