A veces arriba de tu puerta y bajo tu dintel,
entrelazados viven
el mirto y el laurel,
y cuando se asoma tu mirada,
tus ojos negros hacen
del soneto y el rondel,
Teresita de labios tersos;
Y tu piel nacarada se esconde
entre los antiguos versos
de un tango de Gardel.
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