[No sé como llegamos aquí, no sé si estamos perdidos o si de verdad nos encontramos... no sé.]

Aunque pareciera que muchas veces nos empeñamos en ocultar aquellos productos de nuestra mente [nuestros pensamientos]. Hemos creado un blog para combatir este cruel empeño. Las palabras deben salir, y cualquiera debe poder leerlas. Es posible, sin embargo, que a nadie le interesen, o que incluso, el orden en el que las ponemos sea considerado incoherente o estúpido. Tomamos, aún así, el riesgo de dejarlas ver la luz, descubriéndolas ante cualquier observador que desee urgar a través de ellas, criticarlas, o elogiarlas...


martes, 10 de noviembre de 2009

Retrospectiva

"Ya se sabe que un Cannabis indica tiene sensaciones exaltadas,
con exageración de tiempo y distancia."
J. C.

Leí aquel volumen una vez, luego lo releí, y me dí cuenta que no importaban las veces que mis ojos pasaran por sus letras. Jamás iba a entenderlo. Me deshice de él, pero de entre sus páginas cayó una pequeña hoja, ya amarillenta por el tiempo. Extraño, pensé, puesto que el volumen parecía nuevo. Las letras se formaban borrosas en la hojita, pero aún lograba identificarse plenamente el mensaje, letra por letra. Catorce líneas de letra cursiva, sin título, y de color verde. La caligrafía no era buena, parecía escrito a toda velocidad, o con excesivo descuido. Lo leí rápidamente, dos o tres veces, y una vez más, sin entender mucho. En un esfuerzo por concentrarme, deduje que seguramente pertenecía a un par de amantes, o, cuando menos, a uno de ellos. Las letras empezaron a dar vueltas en el papel, interesantemente, durante horas, bajando y subiendo, a diferentes velocidades, pasando frente a mis ojos y metiéndose por mis oídos, como diminutos insectos. Rezongaban y retozaban dentro de mi nariz, también, con no pocas molestias. Mi esfuerzo las había hecho girar. Intenté, entonces, concentrarme más, y ahora eran líneas completas las que daban vueltas. Pronto fue la hoja, que dando vueltas se escapó de entre mis manos, como si se la llevara el viento. Estaba encerrado, y sin aire.

Una cefalea intensa me invadió, junto con un sentimiento de extraña pertenencia hacia el papelillo que acababa de perder. Era para mí, comprendí, y entonces empecé a buscar desesperadamente en mi cabeza las palabras que había leído, tratando de armar al menos una de las líneas. No lo conseguí, entonces tomé un volumen que se encontraba justo a mi lado, y empecé a hojearlo.

2 comentarios:

  1. El que olvida corre el riesgo de recrear cualquiera de sus acciones. Es una fortuna, por cierto inevitable, nuestra tendencia a olvidar gran parte de las cosas.

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  2. Ciertamente. Además de la particular contradicción a la que lleva, nos permite disfrutar mucho más la mayoría de las cosas.

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