Parece que la noche
advierte la inconstancia de tu mirada.
Tus ojos, que como dos negras estrellas,
pasean sobre la noche y la quietud del alba.
Pero a veces, advierto la mirada precisa,
para admirar tus mejillas en la distancia,
porque la noche y la lluvia perdieron
la galanura que envuelven tus pasos.
A veces también, la fuga y el agitato
dejan entreveradas notas sobre tu oído,
mis palabras huyen a veces hacia el abismo,
hasta el crujir vago de tus tímpanos.
Y, quiero, silencios largos,
para admirar la brisa que - como el vinagre -
espera remojar tus labios
para escucharte nombrarme.
A veces las cuencas de tus ojos
- como nidos de azulejos -
sostienen lo que amo en la distancia
sobre la convexidad de tu espejo...
[Tú, descansas entre oro y plata:]
la luna flota sobre el cielo taciturno,
para dejarte estelas de rayos de hojalata.
Y el cielo se oscurece entre carmesíes
para evitar la mirada,
la mirada precisa, el adiós silente,
los quizá, los nunca
para probar la cepa del vino
que en la reminiscencia del acaso,
seduce a tu labio impreciso.
sábado, 3 de octubre de 2009
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