Hoy he olvidado, ante una vela, que mi rostro no es aquel cuyos ojos se enrojecen por el hedor del humo. He olvidado que no fui yo quien usurpó el lugar de otro durante aquellos momentos en los que el placer te sobrecogía. He olvidado, también, que solía correr detras de todas, como alguna vez, en cierto período de bisoñés, leí. Ciertamente he olvidado que las voces que solía escuchar se han esfumado por el ruido de los autos, y de las motocicletas, y que el silencio bajo el que solía dormir ya no existe bajo esta atmósfera.
[y aún sigo en ese ensueño que es el coma, en esa virtud que es la inconciencia, el borde de la alucinación... y sigo con hambre, y sigo con sueño, y sigo con esta desdicha que me hace escribir, solitario, a estas horas...]
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