Mis sueños cual agua fueran ,
derramandose por entre los dedos de un vagabundo,
tal vez de un Dios
[que pisa mis talones],
se escapan.
Yo igualmente huyo
como un día lo hiciera de mi misma
[recuerdo,
intente salir corriendo
y lo hice,
pero por más intentos,
no pude,
es imposible
escapar de uno mismo]
y no sé ahora...
mis lágrimas
simplemente por mi rostro se escurren
o llenan mis manos,
se diluyen en un mar extenso -arbitrario-
hecho del tiempo.
Aunque admito,
ciertamente,
amo esta soledad
y sobre todo la penumbra que la acompaña.
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De nuevo lloras?... Hay una delgada línea suavemente pintada entre tu penumbra y mi oscuridad, entre tus lágrimas y mi lluvia... Indudablemente, no entenderías, como no entiendo yo, el motivo de tus lágrimas...
ResponderEliminarLas hormonas simplemente se agolpan en mi garganta formando tres nudos que se desenredan en un lánguido sollozo, y aunque sea una reacción, un mecanismo de defensa, lo que quieras... en ocasiones, parece ser, que la a veces incontenible emergencia del sentimiento, es un pecado mortal que a los hombres atormenta.
ResponderEliminarNo para mí es pecado mortal. No encuentro razones, para considerarlo así. No obstante, a veces, cuando encuentro algo inexplicable, llego a concluir que carece de sentido.
ResponderEliminarDe otro lado... el sollozo no debe convertirse ni en una disculpa, ni en un argumento, ni en una costumbre. En cualquiera de estos casos, no valdría la pena explicar cómo, se vuelve contraproducente.