[No sé como llegamos aquí, no sé si estamos perdidos o si de verdad nos encontramos... no sé.]

Aunque pareciera que muchas veces nos empeñamos en ocultar aquellos productos de nuestra mente [nuestros pensamientos]. Hemos creado un blog para combatir este cruel empeño. Las palabras deben salir, y cualquiera debe poder leerlas. Es posible, sin embargo, que a nadie le interesen, o que incluso, el orden en el que las ponemos sea considerado incoherente o estúpido. Tomamos, aún así, el riesgo de dejarlas ver la luz, descubriéndolas ante cualquier observador que desee urgar a través de ellas, criticarlas, o elogiarlas...


sábado, 29 de agosto de 2009

La de

Se me ha pedido que no mire, y en esto he hecho obedecido. También se me ha pedido que no escuche, y he tapado mis oídos. Me han dicho, incluso, que no vea, y he vendado mis ojos. He obedecido en todo, y no pienso hacerlo más. No he de renunciar a pensar o hacer lo más inconveniente o lo más dañino, lo más perjudicial o lo más fútil. Este es el momento, y así lo he de decir, y lo he de escribir.

[Aunque a veces miro mis manos, y mi rostro, y no me reconozco, siempre que está tu cuerpo desnudo conmigo, me he de reconocer como aquel falso poeta cuyos versos sólo causan pesar. Es lamentable]

Escribo, porque es a veces el remedio más fácil para la soledad, o porque simplemente quiero llenar un cuaderno de palabras y palabras sin el más ingenuo de los sentidos. Aunque acepto: al final los motivos carecen de relevancia, en tanto las palabras se hagan dentro de uno y salgan [...]

viernes, 28 de agosto de 2009

En el centro

El frío de la noche se hace intenso, a medida que siento como tu aliento se aleja del mío, o tal vez es sólo tu recuerdo el que se aleja. No me doy cuenta mientras todo sucede, pero cuando volteo, tu imagen se ha esfumado completamente. Comienzo a temblar, mientras miles de pensamientos se agitan en mi cabeza. Trato de recuperar la difusa imagen que de ti ahora tengo, pero huye demasiado rápido, y no logro retenerla. Lástima, pienso, y luego empiezo a caminar, como si hacerlo fuera a tranquilizarme de alguna manera. Sé que no lo hará, pienso de nuevo, y me desespera el saberlo.

Sigo en el centro de la cama, soñando que apareces por la ventana, como en aquella caricatura, y que me susurras un par de palabras al oído. Nuevas preguntas me asaltan ahora y de nuevo despierto, entonces siento cómo tu aliento se aleja del mío.

sábado, 22 de agosto de 2009

Infierno grande

Hoy estoy en una ciudad cuyo verano sigue siendo más frío que el más frío de mis pensamientos. Tratando de recordar aquello que mi memoria inevitablemente olvidó. Tratando de recordar aquel relato que solía agitar mi aliento y mi piel, o que solía gritar mientras caminaba por cualquier callejuela. Tratando de olvidar que mi memoria convierte todo lo que algún día hice en sólo brisas cuya fuerza no logra recrear ni una sóla imagen. Pienso en aquella obra surreal en la que se que he, parcialmente, convertido mi vida, y me doy cuenta que he estado perdiendo mis energías en algo que no he debido, y que he dejado que lo mas insulso, o lo mas sutil convierta mis pensamientos en algo demasiado intrincado, que no fluye con facilidad.

Tal vez he logrado comprometer mas de mi mente de lo que me he dado cuenta en un simple pensamiento, o tal vez solo estoy divagando en este momento, y no vale la pena que me esfuerce en buscar una explicacion a algunos hechos recientes.

jueves, 13 de agosto de 2009

Fin

Veinte, veinticuatro, o incluso más veces he pensado en qué será del fin si no estoy en él, en qué será de mí si no estoy al final. Entonces corro velozmente a través de un espacio inmensurable, a través de un lugar cuya extensión parece tanto infinita como indivisible. Y encuentro que han pasado algunos años desde que logré ver mis pies limpios, o desde que logré ver mi rostro brillar, o incluso, desde que tomé un libro y realmente me conmoví. Muchos años viviendo en un sueño en el que sólo existo yo, y en el que no me importa qué más exista...

Sólo lineas

Sigo leyendo -en silencio- tu alma entre las lineas de un libro, y veo mis manos, en las que dejaste impregnado sin saber porqué, sin saber como lo hacías, pero sin olvidar que lo hacías, un corazón mutilado por la desesperanza y la cobardía.

Y se debate mi alma, entre una cosa y otra, una vez, cada vez, todas las veces.
y continúa mi danza solitaria, en apretadas espirales, en círculos que menguan, aturdidos se contraen.

Sigo en mi danza precaria, intoxicada por imágenes difusas, etéreas, confusas y otras diáfanas, que apuñalan y se clavan y se incrustan... en lo profundo se arraigan.


Así buscando al ser que huye de mi ser, a ser quien no soy yo, a poseer lo que no me pertenece, a deleitarse en aquellos paraísos que se incrustan en la absurda realidad, en la ensoñación... me pregunto, porque somos tan móviles, tan sórdidos e intrincados, tan lúcidos y sin embargo, tan estúpidos.

Sigo buscando la lógica de un ir y venir.
Pero aún no despierto.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Leo... inevitablemente

[no sabes, acaso, que tiendo a leer entre líneas?]

Leo aquesto, o lo otro,
leo lo que sea, o lo que encuentro,
lo que no puedo ver,
e incluso lo que ni alcanzo a sentir,

leo... o pienso, acaso, que esto es una maldición,

y pierdo los estribos,
aunque no me esfuerzo,
[y lo sabes]

vienes a mi mente,
y ya lo pueblas todo,
y el aire huele a ti,
el agua sabe a tus labios,
el viento llena mis pulmones,
[como lo hiciera tu aliento]

entonces pienso en mí,
y en las estupideces que he cometido,
y pienso -veo, leo- lo que tengo,
y lo que no,
y empiezo a escribir,
te escribo, maldita sea, y lo sabes,
porque más remedio no tengo,
porque ya qué más dá,
porque jugué -y perdí-
[a los dados, a las cartas]

Veo cómo me haces creer que te tengo,
- o cómo alguna vez lo hiciste-
y veo cómo te creo,
-sin remedio, te creo-
aunque te esfuerzas en decirme que no lo haga,
o que no debo,

y... pierdo los estribos,
sin esfuerzo, de nuevo,
[lo sabes]

hago aquello que no has podido,
o que otros no han logrado,
[esfuerzos inútiles]
y sé que tengo -he tenido-
cada centímetro de tu cuerpo,
pero no te tengo,
y jamás lo haré,
lo sabes,

al final, creo,
simplemente lleno un vacío,
y terminas ahí, maldita sea,
-maldita seas-
de pie, frente a mí,
o frente a la imagen que de mí tienes,
diciéndome que no logro conocerte,
... mientes!!!...
[inevitablemente]

lunes, 10 de agosto de 2009

Desencuentro

Aquellas notas sutiles,
sonando en mi cabeza,
diciéndome que todo es mentira,
que nada vale la pena,
o aludiendo a tal o cual problema,
aquellas notas que alguna vez
traspasaron aquel vacío,
y me hicieron llorar,
y me hicieron escribirte
durante horas,
mientras tu, también,
llorabas desconsoladamente,
y del otro lado,
balbuceabas un par de palabras,

Aquellas notas,
que hiciste sonar para mí,
y que me hicieron sonar,
con las que desafiaste
mis palabras,
mis mentiras,
mis disculpas,

Aquellas notas,
que ahora recuerdo
con vehemencia,
y que anoro,
aquellas notas,
que ya olvidaste,
que pretendo olvidar,
pero que aún recuerdo...

y quiero equivocarme y preguntarte,
entonces, dime,
las recuerdas tu?

sábado, 8 de agosto de 2009

Respuestas

Cierto es que todos conocemos las respuestas a cualquier pregunta que nos deseemos formular. Si dichas respuestas son correctas, no lo sé. Viendo el cinismo de las frases del tal Warhol pensé en la forma descarada en la que eres capaz de compartir lecho con un amante al que ya no guardas la más mínima muestra de respeto, o al menos no todo el tiempo. Sea, yo no soy quién para juzgarte, puesto que hago lo mismo, o lo he hecho, o ya no sé, pero sí me atrevo a decir que a tales niveles sólo se llega cuando estamos cerca del borde del camino delineado por la desesperación.

Timbra aquel artefacto cuyo fin es que cualquiera pueda encontrarme, y me dices que me extranas, y algunas cosas más. Ya no recuerdo. Ya no sé. Vuelves a hablarme, mientras camino por la séptima, y luego otra vez mientras doblo como para tomar la quince. Ya voy a buscarte, digo. Escucho tu voz, y sé que eres tú, pero tus palabras no llegan a mi entendimiento. Hoy hablamos dos idiomas distintos. Sin embargo, me doy cuenta que olvidé traer ropa adecuada, así que el frío penetra mis débiles ropas y me hace temblar. Tal vez también lo hacen tus palabras. Ya no importa. Ya no sé.

martes, 4 de agosto de 2009

Pérdida

Toco rápidamente mis bolsillos, como sospechando que algo me falta, y en efecto, me doy cuenta que el bolsillo en el que suelo guardar el dinero se encuentra ahora vacío. Veo un hombre corriendo en dirección opuesta a mí, y deduzco que ha sido el causante. Empiezo a correr detrás suyo. Corre demasiado rápido para mí, y no logro alcanzarlo con facilidad. Atraviesa el tránsito con maestría, esquivando ya uno, ya dos, ya tres vehículos. Yo, torpemente trato de seguirlo, pero se pierde entre una infame multitud. Maldita sea, musito suavemente, tragándome la ira que me consume como si fuese un punado de clavos. Trato de llamar la atención de las personas alrededor, y lo consigo. Alguien lo alcanza, y en segundos ya está rodeado de gente y cubierto de sangre. Lo hacen pedazos.

Tres días después, hago uso del mismo pantalón, reviso mis bolsillos y encuentro un huequecillo en el fondo...

Frio

Ante aquella fria noche, decido tomar aquel artefacto de la mesita de noche, y ponerme a escribir, tal vez demasiado tarde para que alguien logre leerlo. Ya amanecerá, pienso. El lado derecho del mueble en el que me encuentro parece demasiado vacio, y no me atrevo a moverme para alterar su quietud y su soledad. Pienso en la pertinencia y en otras cuantas cosas más, recuerdo un par de llamadas, y luego tengo ganas de escapar, pero me contengo y me echo a dormir, como siempre.

domingo, 2 de agosto de 2009

Teatro

[de aquello que están hechos los sueños]

Se abre aquella cortina bajo la cual los suenos tuyos y de tus companeros se han apelmazado, y ya veo los suenos del uno, ya veo los del otro. En un primer vistazo, veo palabras, juegos, anhos, personas, lugares. Todo demasiado borroso para lograr identificar al menos algún patrón. Trato de concentrarme, y empiezo a acercarme al punto central, a esa especie de luz amarilla y blanca cuyo brillo casi me deja ciego. Te veo, entonces, sentada, con un vendaje blanco cubriéndote desde los pies hasta el cuello, con aquella mirada que con palabras no puedo describir, cantando alguna canción, o recitando algún verso, tal vez descuidada, tal vez concentrada en todo, o tal vez simplemente ahí, sintiendo los instantes que se te fugan.

Me concentro entonces en los suenos que veo salir de tu imagen, y veo mi rostro. Veo la imagen que tienes de mí, aunque prefiero abstenerme ahora de una descripción. Tomas mi mano, me hundes en un mar muy profundo, y me besas con desesperación, quitando rápidamente todo aquello que nos impide ser uno sólo. Te mueves rápido y no logro siquiera ver tu silueta. Buscas entonces dentro de mí, un lugar para quedarte, teniendo éxito en tal fin. Te digo que te detengas, pero dices que no importa ya, y hablas algo sobre el tiempo que no logro recordar. Entonces despierto y te veo seguir actuando, tras aquella cortina escondida, tras aquella imagen, aquella sombra, y veo cómo desde lejos observas mis quedos pasos, tal vez queriendo acompañarme...

sábado, 1 de agosto de 2009

Algunos días

El reloj sigue sus pasos, lentos pasos que parecen interminables. ¿Hasta cuándo dejará el tiempo de pasar?, me pregunto, y grito la respuesta. Infortunadamente incorrecta, pienso. Yerro por el cuarto en el que me encuentro como buscando algún indicio con que refutarla, pero en vano lo hago, porque el cuarto es demasiado pequeno, o la pregunta demasiado pretenciosa. Sigo pensando en otras preguntas tal vez más relevantes dada mi condición, pero no logro concentrarme lo suficiente. El sonido del reloj me vuelve loco, y lo único que puedo pensar es en él.

Veo aquella figura de un hombre, en la esquina derecha del habitáculo, justo debajo de la ventana, y me acerco a ella. Responde agresivamente en un principio, pero pasados unos segundos se calma, y empieza a hablar. Su voz parece música, aunque si soy más preciso, es música. Da vueltas sobre el tema del reloj, pero luego, súbitamente, sube el tono de su voz y ya canta sobre mí, ya canta sobre él, sobre su vida, sobre la mía, y sobre aquello que nos une (que aún no puedo identificar). Me dice que lo tome de la mano. Lo hago y lo que sucedió de inmediato no lo puedo ahora recordar.

Despierto y el reloj estaba en la misma hora que la última vez que lo ví, pero, ¿cómo saber cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que lo ví?. Varios días, presumí. Miré alrededor y grité por la maldita soledad en la que me encontraba. Ni mi propia sombra quiso acompanarme al purgatorio.