De nuevo, sí, de nuevo te escribo, en medio de algo de desesperación, o de impotencia, quizá dándome menos importancia de la que merezco, o quizá dándome más. No importa más lo que yo piense, o lo que sienta, sólo tus palabras rondando en mi cabeza, tus insulsas palabras, tus fútiles palabras, tus estupideces, y tus mentiras, o tus omisiones. Da lo mismo, ya te digo, no me importa. ¡Mentira! Miento, y lo sé, y sé que lo sabes. Sí me importa. Bah- ni siquiera lo sé. Y así podría continuar, intentando desahogar algo de impotencia. Ese saber que poco te importó mi presencia, o mi ausencia, ese reconocer, con no poco de desconsuelo, que mis palabras se terminan yendo en el aire, sin llegar a tus oídos, o a ti misma. Me hiere, y me hiere recordarlo, ese simple adiós sin más, sin esfuerzo, con algo de decepción, o de frustración tal vez. Una mezcla perfecta entre ambos, me atrevo a pensar, sin atreverme a adivinar sus proporciones. Probablemente épicas, aunque lo último no tenga ningún sentido. Ciertamente no debí escribirlo. Un mal chiste, probablemente producto de mi comportamiento, un tanto errático. Ahora hablo fuera del vaso, y seguro no se entiende. No es que me guste hacerlo, pero un mórbido deseo me impulsa a hacerlo, sólo por ver qué pasa. Y sigo preguntándome dónde estabas cuando te intenté hablar, o cuando te busqué, quedamente, con una perdida mirada, o cuando pregunté a aquel pesado hombre por ti, indicándole tus señas rápidamente, casi con desesperación. Y sigues volteando la espalda, pareciendo fuerte, y olvidando que me haces daño con tus gestos, y de nuevo, repito, mil veces lo repito, con tus mentiras, tus omisiones, tus estupideces. Y el tiempo, el tiempo, siempre el maldito tiempo, que te absorbe con su arena, que se te pega al cuerpo y no me deja verte y rápidamente te entierra, cada vez más, en lo profundo de un desierto cuya longitud y origen me son desconocidos. Horrido desierto.
martes, 30 de marzo de 2010
¿Dónde?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Qué importa sí aún estoy en tus ideas, me importa que te extraño sobreodo en días deliciosamente lluviosos
ResponderEliminarY sigo repitiendome el por que de una respuesta, inutil, que no busco. Y digo "que no busco" no porque aun sabiendo que podria ocurrir (la respuesta, o comentario), escriba. Sino porque la naturaleza del escrito no busca una respuesta, puesto que no busca un lector en especial.
ResponderEliminarEn otras palabras, me pregunto si el escrito es lo suficientemente universal como para que aun no dirigiendose a alguien en particular, genere una respuesta como la anterior.
O mejor aun, sera que como dice Eco, los hombres [refiriendose tanto a hombres como mujeres], estan predestinados a cometer, una y otra vez, los mismos errores. Diferentes nombres, diferentes epocas, y muchos cambios pequenos e insignificantes, pero siempre los mismos errores?