[No sé como llegamos aquí, no sé si estamos perdidos o si de verdad nos encontramos... no sé.]

Aunque pareciera que muchas veces nos empeñamos en ocultar aquellos productos de nuestra mente [nuestros pensamientos]. Hemos creado un blog para combatir este cruel empeño. Las palabras deben salir, y cualquiera debe poder leerlas. Es posible, sin embargo, que a nadie le interesen, o que incluso, el orden en el que las ponemos sea considerado incoherente o estúpido. Tomamos, aún así, el riesgo de dejarlas ver la luz, descubriéndolas ante cualquier observador que desee urgar a través de ellas, criticarlas, o elogiarlas...


sábado, 10 de abril de 2010

Espera

Digo que no, pero no quieres, entonces lo acepto, y me reprendes, por ser un imbécil, o un loco. Aunque a decir verdad, como siempre, no importa. Sigue sin importar, lo que no se me hace extraño en absoluto, o al contrario, es todo novedad. Siempre lo digo, y ya está cerca de sonar estúpido, o irrisorio. Las cosas pierden importancia cuando se vuelven costumbre, o cuando se desgastan por el sol y el tiempo. Sólo pienso en por qué no te he escuchado, o en si debería escucharte hoy, o si tal vez mañana. En si lo haré, o si esa sensación de incertidumbre me lo impedirá. Deseo hacerlo [escucharte] pero no sé si debo, y es lo primero lo que importa, no lo segundo, supongo. Pero no deja de detenerme el hecho de saber que tu tampoco lo haces, o que aún esperas que yo lo haga, tal vez por el hecho de que ya lo has hecho varias veces. Y sigo con mi mano en tu sexo, moviéndome con agilidad a través de tus ropajes, hasta tenerte completamente desnuda, frente a mis ojos, mis brillantes y heterocrómicos ojos. Intentas detenerme, alegando la presencia de tal o cual individuo, pero repito que no me importa y continúo, ágilmente, vistiendo tu cuerpo con mis brazos, y mis besos... luego, despierto, y recuerdo: sigo postrado, y enfermo.

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