[No sé como llegamos aquí, no sé si estamos perdidos o si de verdad nos encontramos... no sé.]

Aunque pareciera que muchas veces nos empeñamos en ocultar aquellos productos de nuestra mente [nuestros pensamientos]. Hemos creado un blog para combatir este cruel empeño. Las palabras deben salir, y cualquiera debe poder leerlas. Es posible, sin embargo, que a nadie le interesen, o que incluso, el orden en el que las ponemos sea considerado incoherente o estúpido. Tomamos, aún así, el riesgo de dejarlas ver la luz, descubriéndolas ante cualquier observador que desee urgar a través de ellas, criticarlas, o elogiarlas...


lunes, 1 de marzo de 2010

Reverso

Miro la parte de atrás y veo la borrosa imagen de lo que algún día fui que casi pasa al otro lado. No sé si es por mis ojos ya cansados y gastados, por mi ya reducida capacidad analítica, o por el tiempo y el agua que han corrido sobre su superficie. Masivas cantidades de tiempo y agua, pareciera. Sigo mirando, absorto, en medio de esa sensación de impotencia y nostalgia que suele absorbernos cuando miramos todo en retrospectiva. Un par de lagrimas se mueven hacia abajo de mi rostro. Rápidamente las seco, en medio de una vergüenza que no sé cómo describir. Levanto la mirada, hacia el horizonte, ese donde solía yo estar, y veo esa sombra. Negra y torva, como el ave. Sé qué pasará, pero no me molesto en evitarlo. Ya no importa. Susurra palabras, entre dientes, como si no pudiera escucharla. Entiendo que dice, pero no me importa.

Se acerca, inusitadamente, y me toma por la cintura, me levanta de tal forma que mis pies no logran alcanzar el suelo. Estoy asfixiándome, pero no se da cuenta, o tal vez no le importa. Me sostiene con fuerza y luego me suelta, entonces me mira a los ojos y repite dos o tres palabras. Cinco o seis veces. Ahora huye, y trato de darle alcance. Infructuosamente. Regreso y pienso en sus deseos, o en los mios, y entonces concluyo: siempre se que pasara, no importa quien sea.

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