Mis ojos. Que no te engañen. No debes, por ningún motivo, creer en lo que veo. No tengo razones para creer que lo que veo es más real que lo que imagino, o para creer que existe una diferencia entre lo uno y lo otro, o que alguno de los dos dejó de existir hace ya mucho tiempo, o que aún alguno existe. No tengo razones, tampoco, para creer que lo que veo es lo mismo que los demás ven.
sábado, 24 de octubre de 2009
Sentidos
Si me buscas
Por A. V. G.
Si me buscas amor,
en la penumbra
de una tarde serena
cuando el sol ya no alumbra,
me hallarás taciturno,
melancólico y triste,
como un ave sin rumbo,
como un muerto sin tumba,
escribiendo tu nombre
en un libro de arena.
Si me buscas amor,
en las horas nocturnas
de una noche callada,
sin luceros ni luna,
solo mi alma cansada
y también taciturna
hallarás dulce amada
salpicada de bruma.
Si me buscas amor,
y me encuentras muy triste
y en mis ojos cansados
ves ligero rocío…
No me platiques nada!...
Solo peina mi pelo
con tus manos de hada…
deja un beso en mis sienes,
para que huya el hastío
que quizá tenga celos
y por ello esté triste,
o quizá tenga frío
desde que te fuiste!...
Y si sigo callado…
No me platiques nada!...
Que mis penas disipas
con tus labios sellados…
Solo pon a tus ojos
la profunda mirada
mientras peinas mi pelo
con tus manos de hada…
domingo, 18 de octubre de 2009
En tu casa.
A veces arriba de tu puerta y bajo tu dintel,
entrelazados viven
el mirto y el laurel,
y cuando se asoma tu mirada,
tus ojos negros hacen
del soneto y el rondel,
Teresita de labios tersos;
Y tu piel nacarada se esconde
entre los antiguos versos
de un tango de Gardel.
entrelazados viven
el mirto y el laurel,
y cuando se asoma tu mirada,
tus ojos negros hacen
del soneto y el rondel,
Teresita de labios tersos;
Y tu piel nacarada se esconde
entre los antiguos versos
de un tango de Gardel.
sábado, 17 de octubre de 2009
Encendida
Miro. Toco mi frente y está caliente. Hierve como si soñara con el mismo infierno. Toco la almohada. Está fría, como si de hielo estuviese hecha. Con los ojos entreabiertos, logro ver una sombra, y entonces me cubro completamente con la sábana. Tengo miedo y aquel protector que duerme en la habitación contigua no está. Grito, pero nadie me escucha. Grito de nuevo, y la sombra desaparece, pero de inmediato, como por reflejo, reaparece. Cierro nuevamente mis ojos y me oculto bajo la sábana. Algo la hala fuertemente, y quedo al descubierto. Lucho, inútilmente, por recuperarla, pero de mí es apartada vertiginosamente. Grito con todas mis fuerzas, pero rápidamente la tos ahoga mi grito. Me retuerzo en la cama, en medio del ataque de tos. Tomo la pequeña linterna que suelo guardar en mi nochero (para emergencias, como esta), pero, aunque todas las noches verifico su funcionamiento, algo en este momento la hace fallar. Muevo el switch hacia la derecha, y luego a la izquierda varias veces, y no funciona. Intento gritar, pero la garganta me arde y no puedo hacerlo ya. Cierro los ojos, de nuevo, y comienzo a hablar en voz baja. Estoy rezando. La figura me observa, y lentamente se acerca. Siento su respiración, escucho sus latidos. Abro sólo ligeramente uno de mis ojos y me doy cuenta que está sólo a unos cuantos centímetros de mí. Empiezo a temblar, y luego a retorcerme. Algo de sudor empieza a brotar de arriba de mis labios, y de las palmas de mis manos. Impotente y desesperado, al mismo tiempo cubro mis oídos con mis manos y mis ojos con mis codos, y entonces, escucho esa tierna voz que me dice todos los días: "Levántate, es hora de ir a la escuela".
viernes, 16 de octubre de 2009
Padecimiento
Me digo,
no puedo permitirte,
ser aquella sombra
que me persigue,
que me atormenta,
y aun a pesar de serlo ya,
de haberlo sido siempre,
me lo sigo repitiendo.
y aquí estoy recreando tus palabras
en imagenes, vivas, tristes e indecibles
al tiempo que la dureza de las mías,
esconde la tristeza,
engendrada hace ya tiempo
en mi vaga suerte
por - tu sabes- aquella cruel impotencia.
no puedo permitirte,
ser aquella sombra
que me persigue,
que me atormenta,
y aun a pesar de serlo ya,
de haberlo sido siempre,
me lo sigo repitiendo.
y aquí estoy recreando tus palabras
en imagenes, vivas, tristes e indecibles
al tiempo que la dureza de las mías,
esconde la tristeza,
engendrada hace ya tiempo
en mi vaga suerte
por - tu sabes- aquella cruel impotencia.
Pesadumbre
No es de dónde,
ni porqué...
incluso no vale la pena
interrogar por el mecanismo
y tampoco es necesario,
aunque lo es menos
alcanzar una respuesta,
y por ende hacerse tal pregunta.
Sólo por breves instantes,
- y el límite es difuso,-
la realidad es tan inquietante,
cual aquellos oníricos laberintos
en los que solía encontrarte;
mas aquel que sigo
a través de aquella espiral que muere
en el violáceo abismo de tu mirar,
tan intrincando e inefable,
tan desolado es,
e inalcanzable,
que imposible es escapar.
ahh...
y en aquellos
que se erigen
en medio de latidos inscritos
de lo que es difícil expresar,
donde habitan - ¿o se esconden?-
los intimos desacuerdos,
mutuos,
sublimes,
sacros ...
fatuos;
mi camino se pierde,
cuando a ellos vuelve
y reencuentra,
cuando simplemente
sin poderlos contener,
el deseo los engendra.
ni porqué...
incluso no vale la pena
interrogar por el mecanismo
y tampoco es necesario,
aunque lo es menos
alcanzar una respuesta,
y por ende hacerse tal pregunta.
Sólo por breves instantes,
- y el límite es difuso,-
la realidad es tan inquietante,
cual aquellos oníricos laberintos
en los que solía encontrarte;
mas aquel que sigo
a través de aquella espiral que muere
en el violáceo abismo de tu mirar,
tan intrincando e inefable,
tan desolado es,
e inalcanzable,
que imposible es escapar.
ahh...
y en aquellos
que se erigen
en medio de latidos inscritos
de lo que es difícil expresar,
donde habitan - ¿o se esconden?-
los intimos desacuerdos,
mutuos,
sublimes,
sacros ...
fatuos;
mi camino se pierde,
cuando a ellos vuelve
y reencuentra,
cuando simplemente
sin poderlos contener,
el deseo los engendra.
viernes, 9 de octubre de 2009
Farsa
Me he repetido, en demasia, la idea de tu cercania. Me la he repetido tanto que un inacabable hastio me hace desgarrar mis palabras pasadas, como si fueran simples papeles que valen nada o menos. No puedo esforzarme, ni hacer de cuenta que siento algo que jamas ha pasado por mis pensamientos. No puedo, como tu, mirar a alguien a los ojos y mentir. Pero eso es mi problema, y no el tuyo. Quisiera tener motivos, pero no los encuentro. Aunque tampoco deseos de buscar tengo. No me esfuerzo, tampoco, en explicar. Tampoco se por que escribo. Tal vez por la simpleza de una partida, o por el olvido que para ti sere en algun tiempo.
Agravio
... sentimiento disfrazado
Ya no importa,[es inútil tratar de alcanzar lo que no se siente]
pues la cobardía y el temor son admisibles,
cuando el conocimiento llega en forma de intuición
aunque se pretenda racional.
Nunca he dicho que no quiero,
ni me excusado,
sólo digo que me he cansado
de querer llegar adonde resulta inútil ir,
cansada estoy de imaginarlo,
y bastaba poco para dejar de intentarlo
incluso me he cansado ya de odiarte
porque hasta el mas imbécil se cansa de ser dañado,
aunque no es suficiente con querer alejarse de las pretensiones
de quien tiene que esconder sus rostro,
para escapar de sus estúpidas [aunque válidas] contradicciones.
jueves, 8 de octubre de 2009
Contramano
[... perdiste la honradez y la moral,
que estupidez!
por eso en tu total fracaso de vivir,
ni el tiro del final te va a salir!]
AT y CC
De nuevo quiero huir, esconderme, no dejarme ver. De nuevo no tengo palabras, y no quiero tenerlas. Pido disculpas, aunque sé que no te interesan. Las pido porque pedirlas me causa una sensación de que hice algo para remediar, o cuando menos disculpar cualquiera de mis comportamientos, por cruento o manipulador que sea. Sé que te da lo mismo, y que mis razones poca relevancia tienen cuando los hechos hablan por si mismos, pero las disculpas salen en forma de vomito multicolores de mi boca. Es inevitable.
De nuevo no me interesan tus labios, o tus palabras, ni me interesa que me escuches, o que me mires a los ojos. Tampoco quiero que traces lineas sobre mi, o que dibujes mi rostro. No quiero escucharte, ni ver tus ojos languidos escudrinando en mis pensamientos. No me interesa tu teatro, o tus mentiras, o esa palidez de tu mirada que al final termina por desnudar mi alma. No me interesa si tienes dos o veinte, si vas, si vienes, si cantas, callas, vendes, olvidas. Solo nada quiero saber. Si yo valiera algo, ese algo haria parte del todo que aquel acierta hacer valer nada. Lo que no soy yo, vale menos.
martes, 6 de octubre de 2009
Mefisto
Me figuro que el rostro que observo no es el mío. Sea, tampoco el tuyo, o el de cualquiera que hubiese visto con antelación. Es un rostro blanco, aunque no pálido. Parece un lienzo que nunca se usó. Sus labios son delgados, y sólo ligeramente rosados. Párpados apagados, que parecen nunca abrirse. El ojo, sin embargo, es extraña y completamente negro, desorbitado, e inexpresivo. Me observa, pero no con el suficiente detenimiento. No piensa, sólo me examina de arriba a abajo, como si buscara alguna seña particular. Por momentos, parece encontrarla y se detiene, pero de inmediato sigue moviéndose en círculos, en línea recta, en óvalos, o erráticamente. Ahora no parece tener destino, no busca nada, sólo quiere registrar detalles. Lo hace y finalmente se detiene.
domingo, 4 de octubre de 2009
Resisto
Te propongo,
ah, no sé... tengo miedo,
aceptarías, acaso, esta propuesta?
o valientemente te resistirías?
dime, ahora...
no, dime, necesito saberlo...
no quieres escucharlo,
lo sabes,
-yo lo sé-
te propongo,
pero escúchame,
[mientras bebo de tus labios,
ese néctar carmesí,
que hace añicos mis entrañas]
escúchame, maldita sea...
mientras hablo para ti,
o mientras te escribo léeme,
te propongo...
[y el mutismo me invade]
dime, entonces, aceptas?
sábado, 3 de octubre de 2009
Cárceles de ámbar
Parece que la noche
advierte la inconstancia de tu mirada.
Tus ojos, que como dos negras estrellas,
pasean sobre la noche y la quietud del alba.
Pero a veces, advierto la mirada precisa,
para admirar tus mejillas en la distancia,
porque la noche y la lluvia perdieron
la galanura que envuelven tus pasos.
A veces también, la fuga y el agitato
dejan entreveradas notas sobre tu oído,
mis palabras huyen a veces hacia el abismo,
hasta el crujir vago de tus tímpanos.
Y, quiero, silencios largos,
para admirar la brisa que - como el vinagre -
espera remojar tus labios
para escucharte nombrarme.
A veces las cuencas de tus ojos
- como nidos de azulejos -
sostienen lo que amo en la distancia
sobre la convexidad de tu espejo...
[Tú, descansas entre oro y plata:]
la luna flota sobre el cielo taciturno,
para dejarte estelas de rayos de hojalata.
Y el cielo se oscurece entre carmesíes
para evitar la mirada,
la mirada precisa, el adiós silente,
los quizá, los nunca
para probar la cepa del vino
que en la reminiscencia del acaso,
seduce a tu labio impreciso.
advierte la inconstancia de tu mirada.
Tus ojos, que como dos negras estrellas,
pasean sobre la noche y la quietud del alba.
Pero a veces, advierto la mirada precisa,
para admirar tus mejillas en la distancia,
porque la noche y la lluvia perdieron
la galanura que envuelven tus pasos.
A veces también, la fuga y el agitato
dejan entreveradas notas sobre tu oído,
mis palabras huyen a veces hacia el abismo,
hasta el crujir vago de tus tímpanos.
Y, quiero, silencios largos,
para admirar la brisa que - como el vinagre -
espera remojar tus labios
para escucharte nombrarme.
A veces las cuencas de tus ojos
- como nidos de azulejos -
sostienen lo que amo en la distancia
sobre la convexidad de tu espejo...
[Tú, descansas entre oro y plata:]
la luna flota sobre el cielo taciturno,
para dejarte estelas de rayos de hojalata.
Y el cielo se oscurece entre carmesíes
para evitar la mirada,
la mirada precisa, el adiós silente,
los quizá, los nunca
para probar la cepa del vino
que en la reminiscencia del acaso,
seduce a tu labio impreciso.
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