aquellos tiempos,
frente a mis ojos,
aquellos tiempos,
en que solía mirarte,
austera y plácidamente,
durante horas,
sólo por el deleite de mirarte...
Siguen pasando,
sin que te des cuenta,
mientras, inevitablemente,
me alejo, hundiéndome,
siguen pasando,
mientras tu también te hundes,
pero de mí lejos,
lejos toda aquella joya falsa,
como decía el de la pipa,
el loco,
el de la barba gris...
Siguen pasando,
frente al mismo amarillento queso,
que se transforma todos los días,
que cada día pierde un gran trozo,
siguen pasando,
mientras desaparece,
y quedo en el aire,
sin lugar para caminar,
y caigo...
Siguen pasando,
mientras tus olvidos,
son más frecuentes,
y mi orgullo más pesado,
-o más estúpido-
y mientras esa pesadez tuya,
termina por contagiarme,
por invadirme,
por absorberme...
Siguen, siguen...
sin que me de cuenta,
de cuántas estupideces,
día tras día,
cometo a causa tuya,
o a causa mía...
Ayer, sólo ayer,
muy de noche,
mientras solitario caminaba...
Ya se fueron los días y con ellos la memoria, ya se fué la melodía, pero aun siguen los recuerdos
ResponderEliminarLos recuerdos, al final, terminarán también por abandonarnos. Todo termina por hacerlo. Supongo que las respuestas residen en el vacío, y que el tiempo y la arena de los que estamos hechos, terminarán por desmoronarse. Como siempre todo lo hace.
ResponderEliminarDe la misma manera, supongo que la desaparición de toda intención, resulta en un mejor fluir de los pensamientos, y, probablemente, de las preguntas, y, tal vez, sólo tal vez, de las respuestas.
ResponderEliminary mi orgullo más pesado,
ResponderEliminar-o más estúpido-