No, no importa, porque tampoco me doy cuenta de dónde dejé mi sombra, o dónde dejé a los que caminaban conmigo, o a los que me escuchaban. Ya no sé, y supongo que tampoco puedo, devolverme y gritarme: Imbécil. Pero nada pierdo con intentar. No consigo un cambio, sin embargo, por más que me esfuerzo. Y sigo pretendiendo que puedo encontrar una solución, o tal vez sólo pretendo que pienses eso. Eso es. Y cada vez, bajo más, o subo más, vertiginosa y dolorosamente, sin que te importe...
martes, 27 de julio de 2010
Partido
División, estado del vacío, o encuentro fúnebre con aquel que no habla, o con los que nunca escuchan. Tercos. Siempre lo mismo, y suelo repetirlo, tantas veces como suene divertido, y hasta que suene aburrido, o hasta que me canse de hacerlo, o de decirlo. Cinismo. Pero y ¿acaso importa, que tus ideas sean un gran papel blanco en el que no se me permite escribir?, ¿o que sean una de esas reliquias de museo escondida tras un cristal impenetrable? me pregunto, ¿acaso te das cuenta de que sigo detrás de una sombra que ya parece esfumarse, y que incluso -creo que podría decirlo- no es esa sombra sino la huella que esa sombra dejó, o que dejaron tus pasos?
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Y cada vez, bajo más, o subo más, vertiginosa y dolorosamente, sin que te importe...
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