[No sé como llegamos aquí, no sé si estamos perdidos o si de verdad nos encontramos... no sé.]

Aunque pareciera que muchas veces nos empeñamos en ocultar aquellos productos de nuestra mente [nuestros pensamientos]. Hemos creado un blog para combatir este cruel empeño. Las palabras deben salir, y cualquiera debe poder leerlas. Es posible, sin embargo, que a nadie le interesen, o que incluso, el orden en el que las ponemos sea considerado incoherente o estúpido. Tomamos, aún así, el riesgo de dejarlas ver la luz, descubriéndolas ante cualquier observador que desee urgar a través de ellas, criticarlas, o elogiarlas...


sábado, 26 de junio de 2010

Trato

Sigues sin entenderlo,
sin entender que arde, abrasa,
cuando como un imbécil me tratas
o cuando me olvidas,
o cuando no estás,

Sigues sin entender,
que abrasa por dentro,
esa sensación de impotencia,
ese no saber qué hacer,
ni poder hacerlo,

Sin entender,
que todo resulta mentira,
resulta en insulto, en olvido,
sin entender, inevitable,
sardónica, y estúpidamente,
y ya no quiero explicarlo,
porque igual, al final,
terminaré por acercarme a ella...

Veo

Ya no veo,
ni la imagen que yo era,
ni el que fui,
o el que seré,
no veo tus ojos, junto a los míos,

ni tus labios,
y no veo tus manos,
buscando a tientas las mías,
pero ahí está ese demonio,
que me persigue,
demonio o ave,
negra,
o del color de las nubes
durante la noche,
dentro del purgatorio,
[ese de Dante]...
ahí está, alejándote...

Dos treinta

Mientes... lo sé,
a las dos, o dos treinta,
y cada vez que mientes,
más difícil me es creerte,
y cada vez que mientes,
siento que me importas
y que arde,
el pecho, mientras tus
uñas lo desgarran,

Mientes!!! maldita seas,
y sabes qué daño me hace,
y mientes!
[protesto, y es
lo único que queda]
porque mientes,
y no te importa,
y no me importa, o sí, o da igual,
te da igual, no sé,
el motivo sobra, igual que yo
[restos de
algún imbécil]

Y sigues mirándome, a los ojos,
y sigues con mis manos, entre las tuyas,
y sigues con él, con ella,
con todos, o con ninguno,
pero sigues, da igual con quién
[cualquiera o yo,
es lo mismo]
y sigues mintiendo,
aunque sabes que no estaré,
más contigo...

Tampoco

Vuelvo al papel. Lo clásico. Eternamente clásico, hasta básico, y delicioso, para no entrar en detalles. Los pequeños adminículos suenan tan suavemente que no logro siquiera escucharlos. Tal vez no quiero escucharlos, y sólo suenan para distraerme. Ahora me oculto, y lo úniquo que me queda es su tenue luz, que destruye mis ojos mientras escribo...

Ya no es más grande,
ni es más queso,
y ya tampoco puedo verla
[su imagen, o sus velos]
tus ojos en ella están lejos,
cenit, o lo que sea,
punto más lejano, o más alto,
[o cual es lo mismo]
y aquellas grises formas, con vida propia
bailan en redor
ella blanca, sin vida,
y yo sigo esperando el milagro
de que aparezcas, ante mí,
igual que ayer... [pero]
ya no lo harás,
y creo que empieza a
[...]

Y ya, de nuevo, no estás,
en aquel balcón,
donde me esperabas,
ya no estás, maldita sea, lo sé [lo sabes]
y no la ves, no puedes,
o no la quieres ver, o ciega estás,
da igual,
sigo solo, escondido, y a oscuras,
abrumado por mil pensamientos,
y una sola noche en que no estás ya

sábado, 19 de junio de 2010

No es

No, no es cansancio
FdeC

Domingo, o sábado. Al revés. Da igual, después de la larga y aburrida noche. Contigo, siempre es contigo, aunque sigues sin entender mis palabras, o mis actos. Sigues sin entenderlo. O tal vez solo lo entiendes al revés. Aunque tampoco me esfuerzo en explicar, debo confesar. Miento, incansablemente, y creo que no te das cuenta, pero tal vez tu inocencia es pura apariencia y cada vez me pongo más al descubierto. Ignorante. Me preguntas si estuve con alguien, pero sé que eso no es lo que te inquieta. Sólo curiosidad. Da igual, después de la larga y aburrida noche.

Noche. Sábado de nuevo, o domingo. Sigo con esa sensación de escozor en la garganta, como si quisiera vomitar. La cabeza revuelta. Miedo. Cientos de palabras se [...] dentro de mi cabeza, pero no puedo hablar sobre ellas, ni recordarlas. Me abandonan, inevitablemente. Seguro les doy asco. Detengo mis pensamientos, en este punto, y miro en retrospectiva el día de hoy: Me la pase esperándote, y nunca logré siquiera imaginarte. Lejos de ti. Ahora tu imagen esta cada vez más borrosa sobre el horizonte, y la cima de la montaña donde solías estar ya no existe más. Ahora pierdo la conciencia y me repito la necesidad de no seguir el mismo camino que antes recorrí. Pienso en la necesidad, y en quién sabe cuántas cosas más. Da igual y puedo no ser quien digo ser, o puedes ser tu ese yo que anda perdido dentro tuyo, o ese que anda flotando por ahí, y que todos respiramos. Puedo ser todos, todos esos que quise ser, pero que ahora olvidé. Puedo ser quien te robe, en las noches, pero ahora no quiero. Nunca quiero, ni quise. No!, digo. Basta con esto, y con lo otro también. Con todo. Basta, pero no logro hacerlo, no logro verlo, ese velo gris, entre las nubes, que confunde tu rostro con el de un lunfardo, con el de un mártir, con el de Hades, o el de Mefisto.

Ahora no sé, tal vez sólo quise alejarme, o lo quiero ahora. Tal vez no sé qué quiero y sólo me dejo llevar. Tal vez, todo es tal vez, y sigo sin poder ser concreto... y el portugués sigue diciéndome cómo debo sentirme, porque ni sé qué siento. De nuevo, estoy delirando encima de la cama, a punto de que mis ojos se cierren, y termine por morir, como lo he esperado hace [...].