[No sé como llegamos aquí, no sé si estamos perdidos o si de verdad nos encontramos... no sé.]

Aunque pareciera que muchas veces nos empeñamos en ocultar aquellos productos de nuestra mente [nuestros pensamientos]. Hemos creado un blog para combatir este cruel empeño. Las palabras deben salir, y cualquiera debe poder leerlas. Es posible, sin embargo, que a nadie le interesen, o que incluso, el orden en el que las ponemos sea considerado incoherente o estúpido. Tomamos, aún así, el riesgo de dejarlas ver la luz, descubriéndolas ante cualquier observador que desee urgar a través de ellas, criticarlas, o elogiarlas...


viernes, 28 de mayo de 2010

Las siete

Eran las siete, o las siete mas cuarto, no importa. Como siempre, y me estoy cansando de repetirlo. Cansado, como estaba, solo quería dormir un poco, pero tal vez la estupidez, o la torpe promesa que hice a mi acompañante me hicieron mantenerme despierto, y mover algunos trastos para preparar algo. Irritado, entonces, despues que las cosas no salieran como esperaba y que el humo y olor a comida quemada poblaran todo el primer piso, me senté a comer, mientras mi acompañante sostenía una larga charla por su teléfono celular, distraída. Por más que me esforce en llamar su atención, con toda suerte de inútiles e irrisorios gestos, no lo conseguí.

Imaginarme la situación en otro contexto me tranquilizaba un poco, pero regresar mis ojos al plato, mirar de soslayo a mi acompañante y pensar en que iba a ser en unas horas, me hacía sentir como un imbécil, o como un estúpido, o una mezcla entre ambos, tal vez. A decir verdad, ahora no me interesa describirlo con suficiente precisión como para conseguir una imagen.

Alcé la cabeza y vi aquel reflejo amarillento, como fundiéndose en la limitada profundidad del parduzco, ahora casi negro lago, partiéndolo en dos, haciéndolo sangrar un liquido naranja que se iba diluyendo conforme el agua llegaba a la orilla, como un hacha que se enterrara justo en el corazón de las apacibles aguas. Miré entonces hacia todos lados, y me di cuenta que nadie me observaba; sigilosamente tomé el artefacto, y rápidamente sacándolo de su empaque, lo encendi y volé a través de la puerta. A cientos de kilómetros, logre, entonces, robarme algo para ti...

Luego pensé, que sería imposible capturar lo que sentí al observar a través de aquel lugar, y quise llevarte, para sólo sentarnos durante aquel momento, hasta que se hiciera oscuro. Estabas lejos, y de ninguna manera conseguí atraerte, o atraer tus pensamientos, o que me recordaras. Pero ahí estabas, en algún lugar, lo sé, mientras yo te buscaba, torpemente, en algún lugar en el horizonte. Erraba, inevitablemente, pues estaba mirando al este...

7 comentarios:

  1. No es extraño, aquel comportamiento, por demás lógico, en el que siempre nos cansamos de las situaciones o de repetir las mismas cosas ... es natural, lo ilógico es nuestra insólita pretensión de persitir en éstas a pesar del cansancio.

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  2. De nuevo, y aunque suene excesivamente repetitivo, tanto que casi suena como un paradigma, el mensaje, y todas sus palabras, aunque carecen de algo de calidad y probablemente pueda ser motivo de críticas, es claro para receptor. El proceso de comunicación cumple su objetivo, pero aún hay algunos resultados inesperados y palabras que salen, sin ser esperadas. Tal vez, incluso, involuntariamente. Da igual, pues una u otra manera, terminan por esfumarse, sin causar efecto alguno, fuera de la sensación de haber perdido el tiempo.

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  3. Hermosa vista... lastima que aquel fondo esté rodeado de un tono tan deprimente, manifiesto en la pobreza del escrito.

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  4. Evidente es, la pobreza, aunque no me explico cómo o de dónde viene. Tal vez sólo es un proceso de vertiginosa degradación por cierta insensibilidad, o falta de fascinación. Aunque al final, pienso, debe ser el aburrimiento la raíz de lo anterior...

    Aunque al final no es tan pobre, o si? Seguro soy yo mismo, mintiéndome de nuevo, sobre algo que se incierto, o demasiado cierto.

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  5. O será que la pobreza del escrito resulta siendo relativa a su dirección (el dónde, el cuándo, o el quién)?

    Seguro que hay mejores, pero no se que tan pobre resulta ser si se le mira desde la objetividad.

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  6. En realidad, parece que fuera una falta de fascinación... dada la belleza o calidad los anteriores.

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  7. Es probable, aunque sigo sin explicarme el origen, o las consecuencias. Atrevidamente diría, que termino siendo el mismo imbécil de siempre, creyendo que todo está en mis manos. Terco.

    Seguro es la decepción, o algunas ideas que terminan por robarme la [...]

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