[No sé como llegamos aquí, no sé si estamos perdidos o si de verdad nos encontramos... no sé.]

Aunque pareciera que muchas veces nos empeñamos en ocultar aquellos productos de nuestra mente [nuestros pensamientos]. Hemos creado un blog para combatir este cruel empeño. Las palabras deben salir, y cualquiera debe poder leerlas. Es posible, sin embargo, que a nadie le interesen, o que incluso, el orden en el que las ponemos sea considerado incoherente o estúpido. Tomamos, aún así, el riesgo de dejarlas ver la luz, descubriéndolas ante cualquier observador que desee urgar a través de ellas, criticarlas, o elogiarlas...


martes, 29 de septiembre de 2009

Límites

No basta con querer querer, tesoro mío...
LdeG.

Trato de aprenderlo de nuevo, pero me cuesta trabajo. Aquellas impalpables e inusitadas palabras que extasían sutilmente aquello que aún no se mueve dentro de mí, no caben de nuevo en mi ya saturada memoria. Sigo tratando, durante horas, de introducir las palabras del loco en mi cabeza, pero las unas se niegan a entrar y la otra cierra sus puertas. Abandono entonces la labor memoristica, para dedicarme a algo mas, digamos, procedimental.

Diríase que uno de los mayores inconvenientes a los que podría enfrentarme al mirarte a los ojos radica en las nulas posiblidades que tengo de huir a tu escudriñadora mirada, o en la inversamente infinita capacidad que tengo para resistirme a contarte quién soy, o qué fue lo que hice ayer, o lo que haré mañana. Por eso sólo desde lejos te observo, quedamente, sin mirar realmente tus ojos, como con la mirada perdida, y balbuceando inconexas palabrejas. Como sea, siempre termino levantando los ojos al horizonte, como buscándote en la cima de aquella montaña en la que dices permanecer, pero en la que, por más que he buscado, no he visto ni un rastro de vida.

Y el viento sigue tomando libremente aquello que no es mío, y sacudiéndolo diestramente como si no pesara nada. Sigo sentado entre tus piernas, entre tus pechos o entre tus brazos. Tus palabras, entonces, toman la fuerza de aquella otra ocasion [taciturna] en la que huimos, y rompen las olas que se forman a medida que aquel barco ebrio se hace a un camino entre la bruma. Luego... me doy a la deliberacion...

sábado, 26 de septiembre de 2009

Parque del tiempo

Jugar con el tiempo hace graciosos aquellos instantes que suceden mientras lo hacemos. Pasó durante el verano del año pasado que estaba acostado y me quedé tres días enteros viendo aquel reloj viejo de la plaza. No recordé que debía comer, o que debía dormir, sólo lo observaba, fijamente, como si quisiera decirle algo, o como si fuera él quien tuviese que decirme algo.

Esperé, y me dí cuenta que por cada treinta segundos, la manecilla del segundero se devolvía exactamente un segundo y medio. Cada minuto duraba 63 segundos en aquel lugar. En un día, el reloj había consumido una hora y doce minutos más que cualquier reloj normal. Mañana tras mañana, las personas del lugar ajustaban sus relojes con este gran y viejo artefacto.

Durante los tres días que estuve allí, el reloj se movió el tiempo correspondiente a tres días y tres horas treinta y seis minutos. Cada veinte días, entonces empecé a contar un día de más, y en un año alcancé a contar diez y ocho días y seis horas más que en cualquier año normal. Un año y medio de mi vida estaba perdido entre la imprecisa maquinaria del reloj y las torpes manos de aquel que lo construyó. En no diferentes condiciones estaban las vidas de los que por allí caminaban.

Me levanté a los tres días, con hambre y sueño, pero aún maravillado de tener una vida en el pasado, y de poder viajar en el tiempo, hacia la ciudad más cercana, para luego volver, a este rincón, en el que ni siquiera el tiempo o aquellos que pretenden controlarlo han podido llegar...

viernes, 11 de septiembre de 2009

Sentado...


Mientras tomaba algún café, o cerveza, no recuerdo ya... pensé en lo que nos gusta llamar realidad y en aquello que la hace real. No hay razones, concluí, para creer que es más real una cosa que cualquier otra. Estaba a mas de ocho mil kilómetros de distancia de casa, en una realidad prestada que sucede todos los días, pero que nadie de los que conozco puede ver...

Ahora mismo debe haber alguien sentado en donde yo lo estaba, tomando algún café, o cerveza. Siempre lo hay.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Ausencia

Me he prometido no ser más terca,
me he prometido
tomar distancia
un millar de veces
no volver a encontrarte,
me he prometido no decirte quien eres...

ahora, prefiero no soñar.
aunque parece imposible,
pues la vida es como sueño,
y no soy como tú,
aunque sí,
cual muro de papel
en el que miles de palabras se incrustan
me encuentro.
inmóvil,
inerte,
dividida
frente a un caminar imposible.
invocando al olvido,
pero
parece que tarda,
mucho más que tú
y no resisto esperarlos.

Aun así,
al sentimiento ya inmóvil,
inconsciente,
moribundo,
me aferro con fuerza,
pero no es suficiente,
para recuperar su vida,
o al fín recobrar la mía.